Capitulo cinco: Presagios
Durante unos segundos de vertiginosa caída libre, Kass creyó haber cometido el mayor y último error de su vida. Cuando un ventarrón tan repentino como poderoso se elevó hacia él como una columna de aire, con tanta fuerza que redujo considerablemente la velocidad de su caída, a tal punto que Kass comenzó a caer suavemente en la oscuridad.
- extiende tus brazos y piernas y no te muevas a los lados. Tienes que mantenerte en la corriente de aire – escuchó nuevamente a Escape por el auricular. Y en ese momento, a Kass le pareció el sonido mas bello del mundo, significaba que aun seguía ahí, con vida, y que su guía por mas paranoico que fuera parecía saber perfectamente lo que hacia.
Kass no pudo evitar un ataque de risa histérica, y de no ser porque estaba prácticamente flotando, se estaría revolcando en el suelo por las carcajadas.
- ¿que es tan divertido? – le preguntó Escape con curiosidad.
- ¡que estas loco! – Le espetó Kass entre sus risas desbocadas – ¡y yo estoy loco por hacer esto, y sin siquiera saber porque! – soltó otra risotada, y tuvo que hacer esfuerzo para no llevarse las manos al abdomen y seguir con su equilibrado descenso.
- Jajajajajajajajajajaja no lo entendí…, falta poco para el fondo, pero antes de eso vas a ver algo así como un tobogán iluminado, intenta llegar hasta ahí. Esta aventura todavía no termina.
Kass comenzó a escuchar un fuerte ruido de turbina por lo bajo, era una especie ventilador. Un ventilador gigante que era el responsable de la corriente de aire. Una hilera de luces se encendieron a un lado, y estas barrieron con su luz blanca una parte de la oscuridad donde estaba aquel tobogán, que era una rampa de metal pulido que descendía hasta entrar por una pared. Kass se movió en la columna de aire como nadando, y sujetándose a una cañería se impulsó hasta la rampa. En cuanto abandonó la corriente de aire cayó boca abajo y se deslizó por el empinado declive hasta entrar velozmente por la abertura en la pared.
Del otro lado el espacio seguía siendo inmenso, pero ahora estaba un poco más iluminado por distantes reflectores, e imbuido por sonidos mecánicos y acompasados que parecían venir de todas partes. El espacio de la nueva y basta sección estaba ocupado mayormente por una compleja red de cañerías y tubos que variaban en tamaño y tonos de bronce. Se entrecruzaban unos con otros, se dividían y volvían a unir a lo largo y lo ancho como una enredadera absurdamente simétrica.
Kass aterrizó de golpe sobre una banda transportadora y se dio un golpe en la cabeza. La banda lo llevó unos cincuenta metros por diferentes lugares de ese mismo predio, hasta que lo dejó caer en otra rampa que penetraba en un agujero en el suelo. Antes de entrar en ese nuevo espacio Kass avistó que el agujero resplandecía desde el interior un extraño brillo, y ni bien lo traspasó se encontró de cara con la razón de eso.
Kass cayó directo en un río de luz. Su cuerpo se sumergió hasta la cintura entre un millón de pequeñas esferas, que chasquearon al chocarse entre si por recibir su peso. Eran grandes como canicas, y cada una emitía un brillo color turquesa tan fuerte que estar ahí era segador para los ojos de Kass. Se encontraba en una nueva banda transportadora de unos cuatro metros de ancho, con resguardos a cada lado para que el contenido con se cayera. Anonadado por el nuevo descubrimiento Kass levantó en sus manos un puñado de esferas y las dejó caer, eran tan hermosas que provocaba mirarlas a pesar de que lastimaban la vista. Dentro de cada esfera luminosa parecía haber movimiento, hizo un esfuerzo para aguantar la luz que soltaban y miró detenidamente. Había como un líquido espeso adentro, y en el líquido serpenteaban cositas diminutas que parecían renacuajos hechos de luz blanca. La banda transportadora se inclinó ligeramente hacia abajo, y el río de esferas de volvió una suave cascada que llevó a Kass mas abajo, donde circulaban muchas otras bandas transportadoras que, al igual que esa en la que estaba, se mantenían suspendidas en las alturas sin ninguna clase de soporte. El panorama superaba a cualquier espectáculo que Kass había visto antes, eran líneas y líneas turquesas que trazaban sus caminos a diferentes alturas en el espacio penumbroso con su intensa y pintoresca luz, dividiéndose y entrecruzándose así como una ramificación de venas echas de energía pura.
- ¿que son estas esferas? – le preguntó Kass a Escape, que debió escuchar cuando cayo sobre los objetos luminiscentes.
- son células de poder en estado primario, lo que vez es antes de que le pongan los componentes que la envuelven y los estabilizadores.
- baterías…
- como baterías de alto rendimiento – repuso el holograma – las fabrican para enviarlas al segundo distrito. Es una mezcla de isótopos de deuterio, tritio y minerales que extraen cerca del núcleo terrestre entre otras cosas.
- fascinante – murmuró Kass.
- es fascinante siempre y cuando no estallen. En ese estado en el que los ves ahora son altamente volátiles. Si hubieras caído con más fuerza ahora ya no serias más que átomos dispersos.
- supongo que soy un chico con suerte – comentó esbozando una media sonrisa.
- en unos doscientos metros vas a ver una escalera de emergencias a tu derecha y vas a trepar por ella. Cuando subas tiene que haber un pasillo colgante que llevara hasta una puerta. Detrás de la puerta hay otros pasillos, iras a la izquierda luego a la derecha y a la derecha otra vez hasta otra puerta donde encontraras un ascensor de emergencias.
Durante el tranquilo trayecto de la banda transportadora Kass se acomodó entre las esferas e imaginó como reaccionaria Gála si las viera. Seguro estaría encantada, sobre todo porque le gustaban los colores estridentes y llamativos, y de no ser porque no podía saber que el merodeaba en esos lugares, Kass le habría llevado algunas esferas para ella.
A lo lejos una escalera pintada de franjas amarillas y negras se dejó ver a un costado, y Kass se abrió paso hasta alcanzarla. La escalera subía hasta lo que se veía como una versión agigantada de un conducto de aire. Era un pasillo cuadrado de metal que estaba suspendido por robustos cables de acero. Al subir la escalera contempló una última vez las numerosas bandas transportadoras llenas de esferas luminosas que se mantenían a diferentes alturas, con el fin de grabar la imagen en su memoria, y después siguió su camino.
El trayecto fue tranquilo, luego de pasar una puerta entró por el pasillo y lo recorrió tal y como le había indicado Escape. En las paredes de los pasillos había muchas otras puertas, algunas con ventanillas empañadas de polvo. Kass hubiera querido detenerse a ver por alguna, pero sabía que no podía perder el tiempo en aquel lugar. Por fin llegó hasta la puerta donde estaría esperándolo el ascensor, y al abrirla se encontró en una amplia habitación cuyo final no podía ver por la oscuridad.
- Escape aquí no hay ningún ascensor, es otro lugar oscuro.
- uummhh… estos malditos planos estarán desactualizados – berreó el holograma – o quizás me este confundiendo de lugar.
- voy a entrar a echas un vistazo, puede que este al fondo.
Kass penetró en el salón oscuro, las luces del pasillo iluminaban pobremente los primeros metros, que mostraban un piso de azulejos verduscos, pero ninguna pared ni techo. Tenia que tratarse de un espacio amplio, o abierto. Aun podía escuchar el perpetuo ruido de maquinaria, solo que ahora parecía venir solamente por encima de él. De pronto se dio cuenta de una pequeña luminiscencia que parecía estar cerca, o mejor dicho, parecía salir de el. Kass miró hacia abajo y vio un tenue fulgor brotando de sus pantalones. Inmediatamente metió la mano en los bolsillos, y de ellos extrajo unas cuantas esferas de luz. Se le habían metido en los bolsillos y ahora estaba lejos como para ir a devolverlas. Y aunque no estuviera lejos tampoco pensaba en regresarlas, aquellas esferas combinadas eran una fuente de luz ideal para iluminarse el camino. Las juntó todas en su mano izquierda, eran unas seis en total, y siguió caminando.
Uno de sus pies descalzos piso algo. Era algo más o menos blando, que cedió ante su peso y crujió desagradablemente soltando algo húmedo que se le metió entre los dedos del pie.
- ¡puag! – Exclamó en un sobresalto – ¿pero que es esto?
Al retroceder un paso piso otro, que también tronó con viscosidad y expulso un jugo baboso que se le pegoteo al otro pie.
Con una mueca de repulsión Kass dirigió la luz turquesa al suelo, y se sorprendió al ver que estaba rodeado por cientos, sino miles de pequeños seres aplanados y ovoides cuyas patas eran a penas como palitos que se movían muy rápido, escapando de la luz.
- encontré mas orgánicos – informó – y ya pisé a un par de ellos. ¡Pero fue sin querer! – dijo con notoria aflicción.
- tienen que ser cucarachas, no te preocupes por ellas, son pestes y las hay a montones en algunos... - de pronto guardó silencio, lo que inquietó a Kass, después de unos segundos volvió a hablar, pero en un tono mucho mas alarmado – ¡vete de ahí, es una redada!
- ¿una qué?
A unos metros de altura en las oscuras paredes que estaban a unos treinta metros una de la otra aparecieron montones de luces rojas de pulgones, e inmediatamente tras sus pitidos de carga comenzaron a disparar a todas partes. Kass empezó a correr como loco sin ver mas allá, pisoteando lo que parecía una alfombra de cucarachas y bañando sus pies de una repugnante papilla de insecto mientras los lásers zumbaban por todas partes carbonizando montones de bichos a la vez. Kass se resbaló por la viscosidad y cayó de espaldas, vio las dos hileras de pulgones a ambos lados de las paredes que comenzaban a bajar hasta el suelo para continuar el exterminio. Esta vez parecía que no lo buscaban a el, o quizás era que lo estaban siguiendo y sin intención los guió hasta el escondite de esos insectos, la cosa era que tarde o temprano a alguno se le ocurriría dispárale y tenia que irse antes que eso ocurriera. Se levantó de nuevo cuando un ardiente hilo rojo pasó muy cerca de su cara, y se puso a correr torpemente otra vez. Las cucarachas le dificultaban el camino, y la oscuridad no ayudaba en nada. Comenzó a escuchar rapidísimos traqueteos sobre su cabeza. Entonces una línea de reflectores se encendió iluminando todo el lugar. Kass vio la inmensidad del salón, que estaba completamente vacío, salvo por las miles de cucarachas en fuga y las escuadras de pulgones en acción. No había techo, y en ese espacio aéreo se mantenían suspendidos unas maquinas redondas que sostenían reflectores y se mantenían en el aire gracias a unas aspas giratorias como las de los helicópteros. Las maquinas voladoras desplegaron unos tubos negros a los lados seguido de un sonido similar a una llanta desinflándose, y comenzaron a soltar un gas amarillento que descendió rápidamente sobre el salón.
Kass sintió al instante como se le cerraba la garganta y le ardían los pulmones, estaba respirando alguna clase de veneno mortal.
Cuando llegó al otro extremo del salón vio que este continuaba a la derecha en otra sección mas angosta, que le daba a ese enorme espacio una forma de L. al final de ese nuevo tramo se encontraba una ancha compuerta automática, tenia que ser el ascensor.
Aminorando un poco la velocidad Kass guardó las esferas y se quitó la chaqueta del pijama para amarrársela sobre la cara, tapándose así nariz y boca. Distraído en eso, no vio cuando un pulgón saltó directo hacia él, y con su pesado cuerpo lo tumbó al suelo. Kass y el pulgón forcejearon allí, revolcándose sobre las cucharachas moribundas, el insectoide intentaba desgarrarle la cabeza con sus dos primeras patas mientras él las detenía con ambas manos, alejando así también sus espantosos dientes. El pulgón lanzó una serie de chillidos horrendos, y de inmediato estos correspondieron con otros chillidos distantes. Kass entendió que estaba llamando a los otros, tenia que sacárselo de encima.
Con toda su fuerza logró empujar a un lado al pulgón y ponerse de rodillas, en respuesta el insectoide atacó lanzándole como látigo una de sus tentaculares patas traseras. El zarpazo fue directo al muslo derecho de Kass. Lo lastimó a tal grado que le abrió un tajo, y le pantalón se le tiñó al instante con una mancha carmesí. Kass gritó de dolor y se apartó aun más del insecto robot hasta ponerse de pie. Se alejó lo más rápido que pudo, estando tan desbordado por la adrenalina que ni siquiera podía sentir la herida. Llegó a la compuerta y presionó repetidas veces el botón que estaba a un lado. Detrás de las placas metálicas un ruido mecánico se escuchó, pero la compuerta seguía sin abrirse.
Se dio media vuelta, y vio no muy lejos a unos diez pulgones acercándosele rápidamente todos juntos, en estampida. Ya no le quedaba tiempo, y si intentaba huir en otra dirección le darían alcance, o le dispararían. Buscó en su bolsillo y sacó una de las esferas de luz, la apretó entre sus dedos, echó su brazo hacia atrás, y con la mayor fuerza posible lanzó la diminuta esfera contra los pulgones.
El pequeño objeto voló a toda velocidad y pasó a lado de los primeros insectos mecánicos hasta estrellarse contra la carcasa de uno que estaba en el medio. Entonces la esfera emitió un estruendoso sonido, como si el aire del lugar fuera succionado, y su luz turquesa se quintuplico en intensidad, todo en un parpadeo. La esfera estalló en una rugiente y poderosa llamarada de tonos blancos y celestes que se elevó hacia las alturas y mandó por los aires a los pulgones, algunos de ellos se carbonizaron y otros fueron lanzados hasta las paredes hechos pedazos. La ardiente onda expansiva alcanzó a Kass y lo sacudió hasta los huesos, haciéndolo chocar contra al compuerta, que en ese instante se abrió y lo hizo caer sentado en el interior del ascensor.
Lo último que vio de ese lugar antes de que la compuerta volviera a cerrarse fue un cráter humeante, y las azuladas llamas que se volvían rojas en pequeñas fogatas esparcidas por el suelo de azulejos partidos.
Mientras el ascensor ascendía Kass permaneció tendido en el suelo corrugado con los ojos cerrados, descansando de su reciente experiencia. Nuevamente escuchó a Escape en su oído.
-¡WAAH PUM BLAM POW! ¡Eres todo un hombre de acción, una maquina de guerra, si señor! ¡Nadie se mete con el jodido residente! – exclamó frenético como un niño que acababa de salir del cine después de ver una película violenta.
- espero que todo esto valga la pena – fue la única respuesta de Kass, que ya estaba visiblemente cansado.
- créeme que vale toda la pena del mundo.
El joven se quitó la prenda de la cara y se la volvió a poner sobre el torso desnudo. El ascensor disminuyó su velocidad de ascenso y finalmente se detuvo. Las compuertas se abrieron, y Kass salió medio caminando, medio arrastrando los pies, el espacio en el que se encontraba era estrecho y estaba iluminado por una luz de emergencias, entonces un panel se abrió en una pared. Al cruzar esa entrada se encontró en la sala donde había dejado a Escape.
- ahh te recibiría con los brazos abiertos si es que los tuviera, ¡gran trabajo Kass! – le felicitó. Sus ojos estaban como dos arcos en un gesto de alegría y satisfacción.
- soy bueno para los grandes trabajos – dijo Kass con voz cansina, recordando todas las veces que Hontley le había felicitado del mismo modo.
Se agachó ante el platillo del holograma y dejó el auricular en el sitio de donde lo había tomado, luego buscó en su bolsillo y sacó la unidad de almacenamiento.
- déjalo aquí, ya me ocupo yo de esto. Tú vente a dormir. Te quedan unas tres horas más o menos antes de que el descanso termine.
- ¿como voy a hacer con todo esto? – preguntó Kass tocando la sucia superficie de su pijama y luego mostrando la parte rasgada donde tenia la cortada de la pierna.
- intenta disimularlo como puedas, en todo caso, falta poco para que… ocultar todo esto, deje de tener sentido.
Kass subió de nuevo por la escalera y volvió al dormitorio. Para no ensuciar la cama se quito el pijama, limpiándose la suciedad del cuerpo y la herida con el reverso de la chaqueta de dormir y luego la hizo un bollo junto al pantalón y los escondió todo bajo la cama. Al momento en que su cabeza tocó la suave almohada, se durmió profundamente.