No me queda otra mas que poner la parrafada entera. Supongo que al que le guste lo leera de todos modos.
Aun y asi la trama se va intensificando y aparecen mas personajes, y misterios. n_n
Capitulo dos: Evocación de un mundo
- Ahh Kaspar, llegaste cuatro minutos antes, ¡así me gusta! – le felicitó Hontley. Al igual que las cámaras de Gála, el robot también tenia dos pares de antenas como alambres a los lados de la cabeza que se movían al compás de las expresiones. Kass asintió y pasó a saludas a los otros dos robots. Eran humanoides blancuzcos sin rostro, y uno de ellos era el que lo había perseguido por el largo pasillo durante la pista de prueba.
- Hola cero-uno, cero-dos – le pasó la mano amigablemente a uno y luego a otro, que la estrecharon con fuerza. La anatomía de los androides era muy similar a la de un hombre en cuanto al volumen y figura, y sus articulaciones más visibles, como la cadera, los codos o el cuello estaban compuestos por alguna clase de material elástico y fibroso, muy similar a músculo, pero de color negro brillante y de aspecto resistente a pesar de su flexibilidad. Eran exactamente iguales, y de no ser por los números que traían grabados en el pectoral izquierdo (y que también les daban sus sencillos nombres) Kass no sabría como diferenciarlos.
- Eh cero-dos, bastante lento por tu parte ¿no?, parece que vas a necesitar otro ajuste motriz para la siguiente pista – comentó Kass socarronamente mientras se descalzaba para subir a la colchoneta. Cero-dos le contestó ladeando la cabeza vigorosamente, como tomándose a broma el comentario. Los androides podían comunicarse con Kass vía C.E.I o con movimientos, pero no estaban hechos para hablar, eran similares a muñecos de prueba con cerebros cibernéticos.
- Bueno, vamos a empezar – anunció Hontley
- Estamos practicando bastante desde hace un tiempo, y las pistas también son mas largas. A veces no entiendo la razón de todas estas pruebas – dijo Kass distraídamente a la vez que se ponía a elongar.
- Es todo para tu beneficio – le confirmó Hontley, que se desplazó rodando hasta salir del cuadrilátero – con pruebas físicas y mentales sabemos que necesitas para que todo tu ser este en buen funcionamiento. A demás piensa un momento en el bastión – dijo extendiendo a los lados sus mecánicos brazos para señalar la inmensa estructura – el bastión es como tu cuerpo. Se mantiene en movimiento constante, se desarrolla, progresa. Si no hiciera todo eso, se deterioraría poco a poco, el oxido y la corrección masticarían sus cimientos, y tarde o temprano colapsaría por su propio peso… ¡a demás es divertido verte en acción, sobre todo porque yo diagramo las pistas!
- ¿Quieres decir que si no hago nada simplemente me colapso?
- Sería interesante comprobar eso algún día… ya puedo imaginármelo – Hontley asumió una postura meditabunda, frotándose la parte mas baja de la semicircular cabeza con las garras mecánicas como si se estuviera frotando la barbilla – podrías quedarte sentado durante algunas semanas solo comiendo y durmiendo. Claro, no podemos detener tus funciones vitales pero seria interesante ver como reacciona tu cuerpo a la inactividad total.
A Kass la idea de quedarse sin hacer nada le sonó todavía más difícil y desagradable que hacer mucho más de lo que ya hacia. Desde los seis años de edad Hontley se había convertido para el en una suerte de entrenador y, como es de esperarse en una maquina, no conocía el termino vacaciones. Durante años, todos los días, sometió al joven a diversos tipos de pruebas físicas con el mismo rigor y constancia que se le exige a un motor, dejándole descansar solo lo necesario para recuperar fuerzas y aumentando la dificultad de las pruebas según la masa corporal y experiencia que ganaba con el tiempo. Con los ininterrumpidos años de ejercicios como pistas de obstáculos, rutinas de gimnasio y sobre todo las prácticas con los androides Kass no desarrolló gran masa muscular, debido seguramente a una básica y no del todo normal alimentación, sin embargo su fuerza, reflejos, velocidad y todos sus sentidos habían incrementado de forma tal que podía superar casi cualquier prueba de Hontley echa para destinar al fracaso al mas apto de los humanos.
Kass se quedó en un extremo de la delgada colchoneta mientras sus dos contrincantes se separaban uno del otro, cada uno a un extremo distinto, y se le acercaban con las piernas semiflexionadas, los puños al frente, en guardia. Al igual que ellos Kass asumió una postura digna de un luchador de artes marciales y se quedó en el sitio, esperándolos.
Cero-uno fue el primero en arremeter; acercándose con repentina rapidez lanzó un puñetazo que Kass logró evadir sin dificultad. Casi al instante el androide utilizo el otro brazo para intentar conectar un gancho al estomago, pero el joven lo detuvo igual de rápido, interponiendo sus dos puños entrecruzados. Al detener ese golpe abrió sus manos para sujétale la muñeca, y acto seguido maniobró un complejo movimiento que terminó por doblar el brazo de su contrincante y sacarlo de balance. Aprovechando la inmovilidad de su oponente Kass se puso a sus espaldas todavía torciéndole el brazo y efectuó un contundente golpe con el talón por detrás de la rodilla del robot, que solo se inclinó un poco, y ejerciendo más fuerza lo mando al suelo.
Cero-dos se sumó al combate, entrando en estampida con una rápida sucesión de golpes dirigidos al pecho, Kass se alejó de cero-uno y retrocedió desviando con los antebrazos los incesantes ataques. De repente, el joven desapareció de la vista del androide, a este solo le tomó un instante ver que se había agachado muy rápido, pero para entonces Kass ya estaba lanzándole una barrida desde su postura agachada. Su pie se enganchó con el del robot y lo sacó de balance, Kass mandó otra contundente patada más alta desde el suelo, directo a donde deberían estar los abdominales, y cero-dos cayó sobre la colchoneta. Aprovechando el impulso de la caída de espaldas, cero-dos dio una rápida vuelta carnero y volvió a ponerse en pie, cero-uno ya estaba de vuelta y a espaldas de Kass. El joven se preparó para recibir un ataque doble, y así ocurrió; ambos androides se lanzaron al mismo tiempo, lanzando patadas y golpes bestiales, como en una película de ninjas. A Kass le costó mucho trabajo detener los ágiles ataques, y algunos lo alcanzaban con dolorosos resultados. En un momento no pudo ver el golpe de cero-uno que fue directo a sus costillas e impactó con fuerza. Intentando ignorar el dolor Kass avistó un punto ciego en la defensa de cero-dos, y aprovechó para conectarle un contundente golpe a la superficie limpia de su cabeza donde debería haber un rostro.
Cero-dos retrocedió lo suficiente como para que pudiera ocuparse de repeler al otro. Cero-uno intentó una patada lateral, pero Kass la vio venir y detuvo el ataque con ambas manos antes de que lo alcanzara. Sosteniéndole la pierna Kass comenzó a girar sobre su propio eje, cero-uno no duro mucho brincando sobre su pie libre y finalmente se precipitó a la colchoneta. Solo por diversión el joven siguió girando y arrastrando al androide con él hasta que por impulso logró levantarlo del suelo entre frenéticas vueltas de trompo, el androide no podía hacer nada para detenerlo. Cuando Kass advirtió que cero-dos regresaba, calculó el momento preciso, y solo entonces liberó el tobillo de cero-uno, mandándolo contra su hermano y haciendo que ambos se desparramaran sobre la colchoneta.
Entonces escucharon un agudo pitido salido de Hontley, y los tres se detuvieron.
- Ahh excelente, ¡excelente! – Se regocijó el robot acercándose a Kass – sabia que las emociones al final no vencerían a la fortaleza física – exclamó en tono triunfante, arqueando los mecánicos brazos hacia arriba como si estuviera sacando músculos – una pista de obstáculos mas una ronda de práctica casi seguidas, espero que te mantengas así los siguientes ciento veinte minutos. Ahora vamos a las maquinas de ejercitación.
Kass saludó a sus compañeros de práctica pasándoles la mano y dándoles palmaditas en el hombro como lo acostumbrado cada vez que terminan con una ronda.
Del cuadrilátero pasó a las maquinas de ejercicio, donde realizó varias series de ejercicios abdominales y pectorales bajo la atenta supervisión de su entrenador, que anotaba en su memoria cada altibajo de su rendimiento. Después, una segunda ronda de practica, ahora con el objetivo adicional de enviar a al oponente fuera el cuadrilátero. Luego pasaron a lo que Hontley llamaba “el lanzadero”, la zona del gimnasio donde se situaba el ejercicio era similar a un paredón de fusilamiento, solo que en lugar de un pelotón armado con rifles había una hilera de torretas que no eran muy diferentes a lanza pelotas de tenis. La única regla que tenia que cumplirse era evitar las pelotas lanzadas por las maquinas que Hontley controlaba por medio señales enviadas desde sus antenas. Los primeros minutos generalmente eran fáciles para Kass, pero la cosa no terminaba hasta que fuese alcanzado por una pelota, y Hontley era lo bastante obstinado como para seguir disparándole por días, y como si no fuera poco podía hacer que las torretas se movieran sobre sus ejes y hacer que disparen pelotas con cargas estáticas con suficiente voltaje para producir una buena sacudida al contacto.
Para concluir terminaron con una tercera ronda con los androides, en la que Kass tuvo que usar muñequeras y tobilleras rellenas de plomo.
Al cabo de dos horas, la sesión del día llegaba a su fin. Kass estaba golpeado, sobre exigido físicamente y ligeramente electrocutado, pero eso no era nada nuevo para él, a demás se recuperaba rapidísimo y para mañana estaría como nuevo para repetir la sesión con ejercicios diferentes si el robot entrenador así lo quería.
Tras dejar el gimnasio, fue por el camino de la izquierda y avanzó por el pasillo hasta salir a un espacio considerablemente alto pero no igual de ancho, cubierto por enormes losas de hormigón y surcado por cilíndricas columnas de metal plateado. Al a penas llegar, vio a un lado como de los carriles superiores del techo un transporte había descendido y una fila de recolectores subía ordenadamente. El transporte era una espaciosa caja de carga de paredes enrejadas, sin techo, y con un ojo mecánico en la parte posterior donde se levantaba un cubo de metal alargado lleno de cables entrelazados en la base, y una larga y robusta extremidad plegable que lo conectaba firmemente a la red de carriles. El ojo del transporte se fijó en Kass cuando este llegó y le preguntó si podía llevarlo. La maquina emitió un vibrante chirrido como respuesta que el joven entendió como afirmativa, y asiéndose lugar entre los recolectores subió y se sentó en el sólido suelo de la caja de carga. Las articulaciones mecánicas del transporte se plegaron una sobre la otra, y este comenzó a ascender hasta quedar justo por debajo del carril, una vez ahí reemprendió su viaje.
Sentado al fondo de la caja Kass miró al robot mas cercano de los que estaban a su alrededor. El recolector se parecía a primera vista a una versión un poco más pequeña y sencilla de Hontley. Era de forma rectangular, de casi un metro de longitud y la mitad de eso en alto y ancho. En la parte superior de adelante le nacía un cuello cubierto en un tubo de goma negro que acababa en una ojo ovalado y a los lados dos extremidades también enfundadas en goma que terminaban en extrañas palas mecánicas opuestas como las tenazas de un cangrejo.
Kass tocó con el dedo la carcasa gris mate del recolector y este volvió su ojo al instante. El joven lo saludó, lo que tras unos segundos la maquina le respondió con un sonido que era similar a un chirrido y un silbido mezclados. La inteligencia de los recolectores era una de las más básicas, eran quizás un poco más listos que un perro bien amaestrado y no podían hacer muchas destrezas salvo aquello para lo que eran fabricados, y eso consistía en mantener limpia la instalación y arreglar pequeños desperfectos. Solo para divertirse, Kass buscó en el bolsillo de su pantalón y sacó un puñado de pedacitos de algún material poroso y esponjoso parecido al telgopor, estiró el brazo donde tenía el puñado y lo dejó en el suelo para volver a apartarse de la misma forma que lo hace alguien que acaba de encender un petardo.
Uno tras otro los recolectores giraron sus ovales ojos en dirección a la materia en el suelo, de sus grandes pupilas como lentes fotográficas salieron ases de luz que escalerón lo que estaba en el suelo.
Entonces, de repente, rompieron su ordenadísima formación y se lanzaron sobre los trozos esponjosos todos al mismo tiempo como una manada de hienas histéricas, chirriándose unos a otros y empujándose en una loca competencia por ver quien recogía mas de aquella cosa que estaba en el suelo del transporte.
Kass rompió en carcajadas mientras veía a los ridículos robos estrellándose y subiendo unos sobre otros, buscando cualquier partícula insignificante que todavía no fuese recolectada, algunos recolectores eran volteados por sus semejantes y quedaban panza arriba girando sus cuatro ruedas y moviendo sus tenazas con desesperación en tanto sus hermanos se chillaban como cerdos en el comedero.
A pesar de todo el alboroto el transporte no se inmutó ni un poco, estaba tan firme como si no hubiera sucedido nada.
Los recolectores solo se calmaron después de peinar el área unas cuantas veces con sus escáneres. Tras verificar que todo estaba limpio volvieron a formar sus perfectas filas.
Como los limpiadores oficiales del bastión, los recolectores cumplían su misión con obsesión casi patológica, cualquier migaja, cualquier tornillo suelto o trozo de cable suelto caía tarde o temprano en las garras de uno de estos autómatas, que pasaban a resguardar los cacharros en sus compartimientos interiores hasta llegar al vertedero más cercano o a donde sea que perteneciera el objeto recogido. Un detalle peculiar de estos robots era la falta total y absoluta de lo que se considera como trabajo en equipo, por el contrario, siempre competían entre ellos por recoger basura, como si eso les diera alguna clase de prestigio o reputación entre sus iguales, o como si la basura para ellos fuese alguna clase de tesoro. A veces su obsesión iba demasiado lejos.
En una ocasión Kass tuvo la oportunidad de ver caer a uno desde una planta alta y hacerse pedazos contra el suelo. Inmediatamente una multitud de otros recolectores fue llegando, pero no para salvar a su mal herido hermano, sino para terminar de desmantelarlo y meter los pedazos por sus bocas mecánicas que tenían al frente de sus cuerpos cuadriformes, que era la entrada al receptáculo de basura.
Dejando a un lado aquel lejano incidente, Kass solía disfrutar de los espectáculos que montaban cada vez que había basura de por medio, y en mas de una ocasión el mismo provocaba deliberadamente algún enchastre para ver a los autómatas de limpieza en acción.
- Bájame aquí, por favor – le pidió el muchacho, el transporte paró casi de inmediato y bajó lentamente hasta hacer contacto con el suelo, solo encones abrió la caja de carga.
Kass se despidió y siguió caminando por la nueva sección en la que lo habían dejado. Era una cámara inmensa y semiesférica, así como un domo, en cuyo centro se encontraba una especie de pilar gigante y macizo. En lo mas alto el pilar se dividía y separaba en cuatro pilares mas pequeños, y de ellos salían cientos de tubos carburantes color negro brillante que colgaban y se conectaban en diferentes puntos del techo. Y abajo unos robustos cables eléctricos se enrollaban en la base del pilar serpenteando a su alrededor hasta hundirse en diferentes lugares en el suelo, así como raíces superficiales. Emitía un constante zumbido rítmico, similar a un palpitar.
Ese pilar gris oscuro y lleno de luces titilantes era el generador principal, el corazón del bastión, y estar ante su sola presencia (a pesar de que el armatoste no poseía inteligencia alguna) era apabullante. El generador no tenia nada que decir ni discutir, el era el ser supremo que los mantenía a todos con vida y a quien mas debían proteger, el trabajaba todos los días ininterrumpidamente, suministrando electricidad y moviendo los generadores secundarios que alimentaban las diferentes zonas del refugio. Kass estaba ansioso por el día en que por fin le enseñaran el mecanismo del generador principal, y como mantenerlo, no existían muchas otras labores que fueran tan importantes y tan vitales como esa.
- ¿En que estas pensando? – sonó de repente la voz de Gála, que produjo un pequeño eco en la inmensidad del lugar.
- En algo – se limitó a contestar Kass, sin dejar de mirar el generador, parecía como si intentara encontrarle algo que antes no había visto, o relacionarlo con otra cosa. Gála se dio cuenta de lo concentrado que estaba.
- ¿Lo que te pasa esta de alguna forma relacionado con el reactor?
- Mas o menos – confesó el joven, bajando la mirada – llegué al refugio a los cuanto… ¿dos años?
- Dos años y doscientos ochenta y cinco días de existencia según el registro.
- Ósea que yo nací ahí fuera y durante ese tiempo vi como era todo. A veces tengo sueños extraños.
- ¿Que tipo de sueños?
- Veo cosas que no recuerdo haber visto nunca, cosas tan raras que no se como describirlas… hay algo que veo en mis sueños y se parece un poco al reactor, es lo único que recuerdo y puedo relacionarlo con algo de aquí – la I.A permaneció en silencio para que Kass continuara y describiera la cosa que veía en sus sueños – a ver, digamos que tenemos al reactor, pero le cambiamos la superficie sólida por algo mas rugoso e irregular, de color amarronado. Luego los tubos carburantes; eran mas como un montón de óvalos puntiagudos muy juntos entre si y de color verde, se mueven suavemente como si intentaran caerse o como si les hubieran puesto un ventilador y se mecieran por la corriente de aire. Y la parte de abajo, también se parecen, solo que en la cosa de mis sueños es como si se subdividiera y se fuera volviendo mas angosto… es… no se que pueda ser, ¿alguna idea?
Gála permaneció en silencio por un momento, lo que Kass interpretó como si lo estuviera buscando en su base de datos. Finalmente contesto:
- No tengo ni idea de que sea esa cosa, arriba todo era muy extraño, quizás estés recordando alguna clase de ser orgánico que veías tan a menudo que se grabó en tu subconsciente. ¿Acaso es eso lo que te inquieta?
- Los sueños no son lo extraño, los tengo desde hace un buen tiempo y no me molestan, pero no hace mucho comencé a escuchar algo mientras duermo, una cosa que de alguna forma coincide con alguna de las imágenes de mis sueños y hace que todo se vuelvan más real – explicó Kass en tono creciente.
- No le veo lo raro, según tu mismo los sueños suelen venir con audio y a colores.
- No no, no todos, los sueños relacionados con las cosas raras eran sin sonido, pero el sonido que comencé a escuchar no es de mis sueños, lo que quería decir es que lo escucho en ese instante antes de quedarme dormido. Sale de la pared, los escucho a mí alrededor. Dime que es alguna avería en los parlantes.
- Estoy escaneando – Gála revisó los sistemas de todos y cada uno de los dormitorios que Kass ocupaba en busca de desperfectos técnicos que pudieran provocar sonidos de estática o cualquier otro que pareciera extraño – mmmh no, todo esta perfecto. Te estarás volviendo loco – le dijo en tono burlón. Pero Kass no se veía de humor, la situación parecía afectarlo profundamente – hey, no te aflijas, seguro que pasara. Si quieres podemos buscar juntos el origen de ese ruido en los dormitorios, a ver si aparece algo.
- No, está bien. Pero puedes poner algunas subrutinas de control en los sistemas de las habitaciones, con eso debería ser suficiente.
Kass y Gála no siguieron la conversación, y el joven se marchó por uno de los corredores en estado meditabundo. Gála reflexionó si de verdad podía atribuir todo lo que le ocurría a su amigo con desarrollo físico y el cambio hormonal como decía Hontley. Se preocupaba por él, pero aun así debía anotarlo todo en sus archivos, pese a lo negativo que fuere.
Kass decidió olvidar el asunto del sonido y buscó algo para distraerse, pasó las siguientes horas concentrado en ello.
Para comenzar fue a uno de sus lugares favoritos, un lugar que el mismo llamaba el “puente pistón”. El sitio era también de enormes proporciones, quizás tan grande como una cancha de fútbol, y con una iluminación tan pobre en el altísimo y abovedado techo que al alzar la vista solo se apreciaba una impenetrable oscuridad. El único suelo del lugar era un amplio puente de vidrio y barandillas que cruzaba el espacio justo por la mitad, donde más abajo se encontraban docenas de monstruosos pistones y otros mecanismos hidráulicos moviéndose a toda potencia, a penas iluminados por las escasas luces colocadas a los lados del puente. El sonido en el puente pistón era casi ensordecedor, pero luego de un momento de acostumbrarse, a Kass le producía una sensación de sosiego que le provocaba recostarse sobre la superficie acristalada del puente a admirar las lucecillas de los robots que transitaban por los carriles superiores. La vista era sencillamente espectacular. El techo era tan oscuro que ni los rieles ni los robots eran visibles, sin embargo algunos manaban pequeñas luces que en otras secciones mejor iluminadas eran casi invisibles, pero en aquel techo brillaban con toda su intensidad y trazaban tenues estelas tras de si como estrellas fugaces . Cuando esa sección estaba muy concurrida, se podía apreciar decenas de esas luces yendo y viniendo, ¡toda una carretera de estrellas fugaces de colores!
Luego de pasar un buen rato en el puente pistón, siguió su recorrido a la sala de procesadores, que era solamente una de las nueve que había en todo el bastión. La sala en la que entró era espaciosa, pero ese espacio estaba casi completamente ocupado por lo que a primera vista parecían rascacielos a escala. De unos tres metros de alto, tenían forma de perfectos rectángulos, estaban muy cerca del techo sin tocarlo y reflejaban la luz de la sala en sus innumerables hileras de vidrio, separados y ubicados de la misma forma que las ventanas de un edificio.
En el techo había una enmarañada red de delgados carriles (como en todos los techos bajos del bastón) que a diferencia de los carriles superiores que pasaban junto al techo, estos iban directamente encajados a este.
A penas al dar unos pasos en la sala de procesadores, Kass fue recibido por un robot que llegó desplazándose sobre una extremidad que lo sujetaba al carril. Era un robot que a primera vista se parecía mucho a un platillo volador, algo chato y circular. Tenía un ojo robótico encapsulado dentro de una burbuja de vidrio en la parte inferior del platillo y un racimo de apéndices largos en la parte de arriba, alrededor de la extremidad que lo sujetaba al carril. Eran como un montón de antenas, o las patas de una araña de lata.
- Saludos, joven Kaspar – le dio la bienvenida el robot con exagerado tono de cortesía, y luego se volvió hasta una de las torres mas cercanas - es poco habitual verlo por aquí hoy que no hay lecciones, ¿acaso se encuentra aburrido? – preguntó, pronunciando la palabra aburrido como si no estuviera habituado a usar la palabra. La voz sintética del robot sonaba nasal a pesar de no tener nada remotamente parecido a una nariz.
- Solo busco distraerme un poco – dijo Kass mirando como el robot usaba todas sus largas y finas extremidades para palpar suavemente los diminutos cuadrados de vidrio durante unos segundos para luego pasar a otros – podemos hablar de lo que quieras, ¿te parece R.A.D.?
R.A.D. era el acrónimo que se veía estampado en letras grandes y blancas sobre la superficie color naranja pálido del robot. Significaba “Robot Acomodador de Datos” y su función prioritaria era la de mover los datos digitales prescindibles a otros espacios, eliminar los que era inútiles, hacer espacio en los discos y muchas otras subfunciones. Kass ya se había preguntado antes que significaban los nombres de otros de sus amigos, algunos tenían significado, y otros, por alguna razón, estaban solo por el gusto de alguien.
- De acuerdo – concedió R.A.D dirigiéndola la mirada pero sin dejar de palpar las torres donde se almacenaban miles de millones de datos virtuales – puedo desempeñar mas de una función a la vez, pero va a tener que seguirme el paso, ya que en este preciso momento no puedo detener mi chequeo rutinario.
Kass no tuvo problemas, y pasó las siguientes dos horas platicando con R.A.D. mientras este se desplazaba de un lado al otro, de torre en torre haciendo su trabajo y hablando con el joven sobre los diferentes sistemas de software que podían aplicarse en determinadas circunstancias en equis lugares y momentos.
Tres veces a la semana el autómata hacia de profesor para Kass (aunque por lo general él se educaba a si mismo estudiando en los bancos de datos de cualquier computadora) y lo ilustraba en esos temas, pero hoy no estaba programada la clase y tenia otras labores que cumplir. Aun y así no podía negarse a una petición del residente, y técnicamente nadie podría negarle nada dentro de lo que fuera seguro para el y las instalaciones.
Cuando por fin Kass se cansó de seguir a R.A.D. de aquí para allá y de escuchar su ininterrumpida explicación sobre los sistemas de respaldo de comunicaciones de larga distancia, se despidió del robot y se marchó al dormitorio más próximo. No tenia una habitación especifica, y era mucho mas practico para el que estuvieran desperdigadas por todo el bastión, así no tenia que recorrer mucho para llegar todos los días al mismo sitio, simplemente solo tenia que ubicar al mas cercano para ir a descansar cuando el día acababa.
El día y la noche. Eso era algo que simplemente no existía en el bastión. La mayoría de las maquinas solo necesitaban muy de vez en cuando una breve pausa para un rápido cambio de baterías y volver a estar a punto, mientras que las inteligencias virtuales no necesitaban descanso en absoluto. Sin embargo para el residente si debían establecerse pautas de descanso, y como en el bastión no había forma de saber cuando caía o salía el sol se programó un horario de ocho horas que no se guiaba en absoluto por como se movían los cuerpos celestes.
Al llegar al dormitorio que se marcaba como “D16” sobre el marco de la compuerta, Kass encendió la luz y caminó hasta la cama de una plaza que lo esperaba con sus suaves sabanas y frazada de algodón blanco y una mullida almohada. La habitación no excedía los tres metros por tres, y a parte de la cama y una pequeña mesita donde reposaba un pijama celeste no había mucho mas, salvo los paneles eléctricos y pantallas en la pared.
Kass se cambio el chándal por el pijama, apagó las luces, y se metió a la cama.
En el duermevela, justo antes de que pasara al estado inconciente, un sonido tan distante como incomprensible comenzó a brotar de la penumbra. Kass estaba lo bastante despierto como para ser conciente de ello, pero a la vez estaba lo bastante dormido como para no ponerse alerta. El sonido vibraba y se paseaba por sus oídos, aumentando tan despacio que a penas podía percibirlo. Justo antes de caer en el sueño se contuvo, como si se sujetara al borde de un abismo, y con esfuerzo comenzara a subir otra vez. Tenía que despertarse completamente, averiguar de donde salía el sonido, si de verdad era algo externo o algo producido por su imaginación. Abrió los ojos de golpe, y esperó.
Era la primera vez que se ponía a prestarle tanta atención e ese sonido, ya que veces anteriores los había escuchado más estando dormido que despierto.
Permaneció acostado, esperando a ver que tanto aumentaba, sentía que ese sonido hacía siempre el mismo ritual, que era como si estuviera grabado. Ahora era el él que lo observaba actuar mientras el sonido creía que él estaba profundamente dormido. Lo encontraría y lo silenciaría. El sonido se volvió de pronto mucho mas fuerte, Kass se sobresalto y miró a todas partes, salía de debajo de su cama, del techo, hasta parecía salir de su propia cabeza, lo estaba confundiendo. Se paró de un salto y pegó el oído contra la fría pared, tratando de localizar la fuente. El sonido revoloteaba a su alrededor, y eso coincidía con sonidos de revoloteo, también pitidos agudos pero armoniosos y melódicos, pero para Kass ya se estaba volviendo una tortura, no tenia idea de que era. ¿Y como iba a tener idea que estaba escuchando el cantar de un gorrión?
De un momento a otro el canto cesó, y en su lugar otro sonido más simple y mecánico apareció, un pitido breve, seguido de otro más largo y luego algunos más muy cortos y otros un poco más largos.
- Esto es… - comenzó a decir, anonadado – es código Morse.
Kass reconocía el código Morse porque era una de las formas con las que podía comunicarse con las inteligencias virtuales básicas, y dominarlo le costó muy poco trabajo. El mensaje en Morse se repitió audiblemente otra vez, Kass prestó atención a los sonidos.
- Es una D… es, uno… en…cuatro, o tres, no, es cuatro… ¿días? – El mensaje se repitió una ultima vez, y al finalizar todo volvió al silencio – “D1 en cuatro días” – interpretó Kass – ¿que clase de mensaje es este?, ¿tengo que ir a ese lugar en cuatro días?