miércoles, 16 de febrero de 2011

Cyber-Alma. Capitulo dos

Grrh, Esta vez no encontré ningun punto adecuado del capitulo para cortarlo T_T
No me queda otra mas que poner la parrafada entera. Supongo que al que le guste lo leera de todos modos.
Aun y asi la trama se va intensificando y aparecen mas personajes, y misterios. n_n

Capitulo dos: Evocación de un mundo

- Ahh Kaspar, llegaste cuatro minutos antes, ¡así me gusta! – le felicitó Hontley. Al igual que las cámaras de Gála, el robot también tenia dos pares de antenas como alambres a los lados de la cabeza que se movían al compás de las expresiones. Kass asintió y pasó a saludas a los otros dos robots. Eran humanoides blancuzcos sin rostro, y uno de ellos era el que lo había perseguido por el largo pasillo durante la pista de prueba.
- Hola cero-uno, cero-dos – le pasó la mano amigablemente a uno y luego a otro, que la estrecharon con fuerza. La anatomía de los androides era muy similar a la de un hombre en cuanto al volumen y figura, y sus articulaciones más visibles, como la cadera, los codos o el cuello estaban compuestos por alguna clase de material elástico y fibroso, muy similar a músculo, pero de color negro brillante y de aspecto resistente a pesar de su flexibilidad. Eran exactamente iguales, y de no ser por los números que traían grabados en el pectoral izquierdo (y que también les daban sus sencillos nombres) Kass no sabría como diferenciarlos.
- Eh cero-dos, bastante lento por tu parte ¿no?, parece que vas a necesitar otro ajuste motriz para la siguiente pista – comentó Kass socarronamente mientras se descalzaba para subir a la colchoneta. Cero-dos le contestó ladeando la cabeza vigorosamente, como tomándose a broma el comentario. Los androides podían comunicarse con Kass vía C.E.I o con movimientos, pero no estaban hechos para hablar, eran similares a muñecos de prueba con cerebros cibernéticos.
- Bueno, vamos a empezar – anunció Hontley
- Estamos practicando bastante desde hace un tiempo, y las pistas también son mas largas. A veces no entiendo la razón de todas estas pruebas – dijo Kass distraídamente a la vez que se ponía a elongar.
- Es todo para tu beneficio – le confirmó Hontley, que se desplazó rodando hasta salir del cuadrilátero – con pruebas físicas y mentales sabemos que necesitas para que todo tu ser este en buen funcionamiento. A demás piensa un momento en el bastión – dijo extendiendo a los lados sus mecánicos brazos para señalar la inmensa estructura – el bastión es como tu cuerpo. Se mantiene en movimiento constante, se desarrolla, progresa. Si no hiciera todo eso, se deterioraría poco a poco, el oxido y la corrección masticarían sus cimientos, y tarde o temprano colapsaría por su propio peso… ¡a demás es divertido verte en acción, sobre todo porque yo diagramo las pistas!
- ¿Quieres decir que si no hago nada simplemente me colapso?
- Sería interesante comprobar eso algún día… ya puedo imaginármelo – Hontley asumió una postura meditabunda, frotándose la parte mas baja de la semicircular cabeza con las garras mecánicas como si se estuviera frotando la barbilla – podrías quedarte sentado durante algunas semanas solo comiendo y durmiendo. Claro, no podemos detener tus funciones vitales pero seria interesante ver como reacciona tu cuerpo a la inactividad total.
A Kass la idea de quedarse sin hacer nada le sonó todavía más difícil y desagradable que hacer mucho más de lo que ya hacia. Desde los seis años de edad Hontley se había convertido para el en una suerte de entrenador y, como es de esperarse en una maquina, no conocía el termino vacaciones. Durante años, todos los días, sometió al joven a diversos tipos de pruebas físicas con el mismo rigor y constancia que se le exige a un motor, dejándole descansar solo lo necesario para recuperar fuerzas y aumentando la dificultad de las pruebas según la masa corporal y experiencia que ganaba con el tiempo. Con los ininterrumpidos años de ejercicios como pistas de obstáculos, rutinas de gimnasio y sobre todo las prácticas con los androides Kass no desarrolló gran masa muscular, debido seguramente a una básica y no del todo normal alimentación, sin embargo su fuerza, reflejos, velocidad y todos sus sentidos habían incrementado de forma tal que podía superar casi cualquier prueba de Hontley echa para destinar al fracaso al mas apto de los humanos.
Kass se quedó en un extremo de la delgada colchoneta mientras sus dos contrincantes se separaban uno del otro, cada uno a un extremo distinto, y se le acercaban con las piernas semiflexionadas, los puños al frente, en guardia. Al igual que ellos Kass asumió una postura digna de un luchador de artes marciales y se quedó en el sitio, esperándolos.
Cero-uno fue el primero en arremeter; acercándose con repentina rapidez lanzó un puñetazo que Kass logró evadir sin dificultad. Casi al instante el androide utilizo el otro brazo para intentar conectar un gancho al estomago, pero el joven lo detuvo igual de rápido, interponiendo sus dos puños entrecruzados. Al detener ese golpe abrió sus manos para sujétale la muñeca, y acto seguido maniobró un complejo movimiento que terminó por doblar el brazo de su contrincante y sacarlo de balance. Aprovechando la inmovilidad de su oponente Kass se puso a sus espaldas todavía torciéndole el brazo y efectuó un contundente golpe con el talón por detrás de la rodilla del robot, que solo se inclinó un poco, y ejerciendo más fuerza lo mando al suelo.
Cero-dos se sumó al combate, entrando en estampida con una rápida sucesión de golpes dirigidos al pecho, Kass se alejó de cero-uno y retrocedió desviando con los antebrazos los incesantes ataques. De repente, el joven desapareció de la vista del androide, a este solo le tomó un instante ver que se había agachado muy rápido, pero para entonces Kass ya estaba lanzándole una barrida desde su postura agachada. Su pie se enganchó con el del robot y lo sacó de balance, Kass mandó otra contundente patada más alta desde el suelo, directo a donde deberían estar los abdominales, y cero-dos cayó sobre la colchoneta. Aprovechando el impulso de la caída de espaldas, cero-dos dio una rápida vuelta carnero y volvió a ponerse en pie, cero-uno ya estaba de vuelta y a espaldas de Kass. El joven se preparó para recibir un ataque doble, y así ocurrió; ambos androides se lanzaron al mismo tiempo, lanzando patadas y golpes bestiales, como en una película de ninjas. A Kass le costó mucho trabajo detener los ágiles ataques, y algunos lo alcanzaban con dolorosos resultados. En un momento no pudo ver el golpe de cero-uno que fue directo a sus costillas e impactó con fuerza. Intentando ignorar el dolor Kass avistó un punto ciego en la defensa de cero-dos, y aprovechó para conectarle un contundente golpe a la superficie limpia de su cabeza donde debería haber un rostro.
Cero-dos retrocedió lo suficiente como para que pudiera ocuparse de repeler al otro. Cero-uno intentó una patada lateral, pero Kass la vio venir y detuvo el ataque con ambas manos antes de que lo alcanzara. Sosteniéndole la pierna Kass comenzó a girar sobre su propio eje, cero-uno no duro mucho brincando sobre su pie libre y finalmente se precipitó a la colchoneta. Solo por diversión el joven siguió girando y arrastrando al androide con él hasta que por impulso logró levantarlo del suelo entre frenéticas vueltas de trompo, el androide no podía hacer nada para detenerlo. Cuando Kass advirtió que cero-dos regresaba, calculó el momento preciso, y solo entonces liberó el tobillo de cero-uno, mandándolo contra su hermano y haciendo que ambos se desparramaran sobre la colchoneta.
Entonces escucharon un agudo pitido salido de Hontley, y los tres se detuvieron.
- Ahh excelente, ¡excelente! – Se regocijó el robot acercándose a Kass – sabia que las emociones al final no vencerían a la fortaleza física – exclamó en tono triunfante, arqueando los mecánicos brazos hacia arriba como si estuviera sacando músculos – una pista de obstáculos mas una ronda de práctica casi seguidas, espero que te mantengas así los siguientes ciento veinte minutos. Ahora vamos a las maquinas de ejercitación.
Kass saludó a sus compañeros de práctica pasándoles la mano y dándoles palmaditas en el hombro como lo acostumbrado cada vez que terminan con una ronda.

Del cuadrilátero pasó a las maquinas de ejercicio, donde realizó varias series de ejercicios abdominales y pectorales bajo la atenta supervisión de su entrenador, que anotaba en su memoria cada altibajo de su rendimiento. Después, una segunda ronda de practica, ahora con el objetivo adicional de enviar a al oponente fuera el cuadrilátero. Luego pasaron a lo que Hontley llamaba “el lanzadero”, la zona del gimnasio donde se situaba el ejercicio era similar a un paredón de fusilamiento, solo que en lugar de un pelotón armado con rifles había una hilera de torretas que no eran muy diferentes a lanza pelotas de tenis. La única regla que tenia que cumplirse era evitar las pelotas lanzadas por las maquinas que Hontley controlaba por medio señales enviadas desde sus antenas. Los primeros minutos generalmente eran fáciles para Kass, pero la cosa no terminaba hasta que fuese alcanzado por una pelota, y Hontley era lo bastante obstinado como para seguir disparándole por días, y como si no fuera poco podía hacer que las torretas se movieran sobre sus ejes y hacer que disparen pelotas con cargas estáticas con suficiente voltaje para producir una buena sacudida al contacto.
Para concluir terminaron con una tercera ronda con los androides, en la que Kass tuvo que usar muñequeras y tobilleras rellenas de plomo.
Al cabo de dos horas, la sesión del día llegaba a su fin. Kass estaba golpeado, sobre exigido físicamente y ligeramente electrocutado, pero eso no era nada nuevo para él, a demás se recuperaba rapidísimo y para mañana estaría como nuevo para repetir la sesión con ejercicios diferentes si el robot entrenador así lo quería.

Tras dejar el gimnasio, fue por el camino de la izquierda y avanzó por el pasillo hasta salir a un espacio considerablemente alto pero no igual de ancho, cubierto por enormes losas de hormigón y surcado por cilíndricas columnas de metal plateado. Al a penas llegar, vio a un lado como de los carriles superiores del techo un transporte había descendido y una fila de recolectores subía ordenadamente. El transporte era una espaciosa caja de carga de paredes enrejadas, sin techo, y con un ojo mecánico en la parte posterior donde se levantaba un cubo de metal alargado lleno de cables entrelazados en la base, y una larga y robusta extremidad plegable que lo conectaba firmemente a la red de carriles. El ojo del transporte se fijó en Kass cuando este llegó y le preguntó si podía llevarlo. La maquina emitió un vibrante chirrido como respuesta que el joven entendió como afirmativa, y asiéndose lugar entre los recolectores subió y se sentó en el sólido suelo de la caja de carga. Las articulaciones mecánicas del transporte se plegaron una sobre la otra, y este comenzó a ascender hasta quedar justo por debajo del carril, una vez ahí reemprendió su viaje.
Sentado al fondo de la caja Kass miró al robot mas cercano de los que estaban a su alrededor. El recolector  se parecía a primera vista a una versión un poco más pequeña y sencilla de Hontley. Era de forma rectangular, de casi un metro de longitud y la mitad de eso en alto y ancho. En la parte superior de adelante le nacía un cuello cubierto en un tubo de goma negro que acababa en una ojo ovalado y a los lados dos extremidades también enfundadas en goma que terminaban en extrañas palas mecánicas opuestas como las tenazas de un cangrejo.
Kass tocó con el dedo la carcasa gris mate del recolector y este volvió su ojo al instante. El joven lo saludó, lo que tras unos segundos la maquina le respondió con un sonido que era similar a un chirrido y un silbido mezclados. La inteligencia de los recolectores era una de las más básicas, eran quizás un poco más listos que un perro bien amaestrado y no podían hacer muchas destrezas salvo aquello para lo que eran fabricados, y eso consistía en mantener limpia la instalación y arreglar pequeños desperfectos. Solo para divertirse, Kass buscó en el bolsillo de su pantalón y sacó un puñado de pedacitos de algún material poroso y esponjoso parecido al telgopor, estiró el brazo donde tenía el puñado y lo dejó en el suelo para volver a apartarse de la misma forma que lo hace alguien que acaba de encender un petardo.
Uno tras otro los recolectores giraron sus ovales ojos en dirección a la materia en el suelo, de sus grandes pupilas como lentes fotográficas salieron ases de luz que escalerón lo que estaba en el suelo.
Entonces, de repente, rompieron su ordenadísima formación y se lanzaron sobre los trozos esponjosos todos al mismo tiempo como una manada de hienas histéricas, chirriándose unos a otros y empujándose en una loca competencia por ver quien recogía mas de aquella cosa que estaba en el suelo del transporte.
Kass rompió en carcajadas mientras veía a los ridículos robos estrellándose y subiendo unos sobre otros, buscando cualquier partícula insignificante que todavía no fuese recolectada, algunos recolectores eran volteados por sus semejantes y quedaban panza arriba girando sus cuatro ruedas y moviendo sus tenazas con desesperación en tanto sus hermanos se chillaban como cerdos en el comedero. 
A pesar de todo el alboroto el transporte no se inmutó ni un poco, estaba tan firme como si no hubiera sucedido nada.
Los recolectores solo se calmaron después de peinar el área unas cuantas veces con sus escáneres. Tras verificar que todo estaba limpio volvieron a formar sus perfectas filas.

Como los limpiadores oficiales del bastión, los recolectores cumplían su misión con obsesión casi patológica, cualquier migaja, cualquier tornillo suelto o trozo de cable suelto caía tarde o temprano en las garras de uno de estos autómatas, que pasaban a resguardar los cacharros en sus compartimientos interiores hasta llegar al vertedero más cercano o a donde sea que perteneciera el objeto recogido. Un detalle peculiar de estos robots era la falta total y absoluta de lo que se considera como trabajo en equipo, por el contrario, siempre competían entre ellos por recoger basura, como si eso les diera alguna clase de prestigio o reputación entre sus iguales, o como si la basura para ellos fuese alguna clase de tesoro. A veces su obsesión iba demasiado lejos.
En una ocasión Kass tuvo la oportunidad de ver caer a uno desde una planta alta y hacerse pedazos contra el suelo. Inmediatamente una multitud de otros recolectores fue llegando, pero no para salvar a su mal herido hermano, sino para terminar de desmantelarlo y meter los pedazos por sus bocas mecánicas que tenían al frente de sus cuerpos cuadriformes, que era la entrada al receptáculo de basura.
Dejando a un lado aquel lejano incidente, Kass solía disfrutar de los espectáculos que montaban cada vez que había basura de por medio, y en mas de una ocasión el mismo provocaba deliberadamente algún enchastre para ver a los autómatas de limpieza en acción.
- Bájame aquí, por favor – le pidió el muchacho, el transporte paró casi de inmediato y bajó lentamente hasta hacer contacto con el suelo, solo encones abrió la caja de carga.
Kass se despidió y siguió caminando por la nueva sección en la que lo habían dejado. Era una cámara inmensa y semiesférica, así como un domo,  en cuyo centro se encontraba una especie de pilar gigante y macizo. En lo mas alto el pilar se dividía y separaba en cuatro pilares mas pequeños, y de ellos salían cientos de tubos carburantes color negro brillante que colgaban y se conectaban en diferentes puntos del techo. Y abajo unos robustos cables eléctricos se enrollaban en la base del pilar serpenteando a su alrededor hasta hundirse en diferentes lugares en el suelo, así como raíces superficiales. Emitía un constante zumbido rítmico, similar a un palpitar.
Ese pilar gris oscuro y lleno de luces titilantes era el generador principal, el corazón del bastión, y estar ante su sola presencia (a pesar de que el armatoste no poseía inteligencia alguna) era apabullante. El generador no tenia nada que decir ni discutir, el era el ser supremo que los mantenía a todos con vida y a quien mas debían proteger, el trabajaba todos los días ininterrumpidamente, suministrando electricidad y moviendo los generadores secundarios que alimentaban las diferentes zonas del refugio. Kass estaba ansioso por el día en que por fin le enseñaran el mecanismo del generador principal, y como mantenerlo, no existían muchas otras labores que fueran tan importantes y tan vitales como esa.
- ¿En que estas pensando? – sonó de repente la voz de Gála, que produjo un pequeño eco en la inmensidad del lugar.
- En algo – se limitó a contestar Kass, sin dejar de mirar el generador, parecía como si intentara encontrarle algo que antes no había visto, o relacionarlo con otra cosa. Gála se dio cuenta de lo concentrado que estaba.
- ¿Lo que te pasa esta de alguna forma relacionado con el reactor?
- Mas o menos – confesó el joven, bajando la mirada – llegué al refugio a los cuanto… ¿dos años?
- Dos años y doscientos ochenta y cinco días de existencia según el registro.
- Ósea que yo nací ahí fuera y durante ese tiempo vi como era todo. A veces tengo sueños extraños.
- ¿Que tipo de sueños?
- Veo cosas que no recuerdo haber visto nunca, cosas tan raras que no se como describirlas… hay algo que veo en mis sueños y se parece un poco al reactor, es lo único que recuerdo y puedo relacionarlo con algo de aquí – la I.A permaneció en silencio para que Kass continuara y describiera la cosa que veía en sus sueños – a ver, digamos que tenemos al reactor, pero le cambiamos la superficie sólida por algo mas rugoso e irregular, de color amarronado. Luego los tubos carburantes; eran mas como un montón de óvalos puntiagudos muy juntos entre si y de color verde, se mueven suavemente como si intentaran caerse o como si les hubieran puesto un ventilador y se mecieran por la corriente de aire. Y la parte de abajo, también se parecen, solo que en la cosa de mis sueños es como si se subdividiera y se fuera volviendo mas angosto… es… no se que pueda ser, ¿alguna idea?
Gála permaneció en silencio por un momento, lo que Kass interpretó como si lo estuviera buscando en su base de datos. Finalmente contesto:
- No tengo ni idea de que sea esa cosa, arriba todo era muy extraño, quizás estés recordando alguna clase de ser orgánico que veías tan a menudo que se grabó en tu subconsciente. ¿Acaso es eso lo que te inquieta?
- Los sueños no son lo extraño, los tengo desde hace un buen tiempo y no me molestan, pero no hace mucho comencé a escuchar algo mientras duermo, una cosa que de alguna forma coincide con alguna de las imágenes de mis sueños y hace que todo se vuelvan más real – explicó Kass en tono creciente.
- No le veo lo raro, según tu mismo los sueños suelen venir con audio y a colores.
- No no, no todos, los sueños relacionados con las cosas raras eran sin sonido, pero el sonido que comencé a escuchar no es de mis sueños, lo que quería decir es que lo escucho en ese instante antes de quedarme dormido. Sale de la pared, los escucho a mí alrededor. Dime que es alguna avería en los parlantes.
- Estoy escaneando – Gála revisó los sistemas de todos y cada uno de los dormitorios que Kass ocupaba en busca de desperfectos técnicos que pudieran provocar sonidos de estática o cualquier otro que pareciera extraño – mmmh no, todo esta perfecto. Te estarás volviendo loco – le dijo en tono burlón. Pero Kass no se veía de humor, la situación parecía afectarlo profundamente – hey,  no te aflijas, seguro que pasara. Si quieres podemos buscar juntos el origen de ese ruido en los dormitorios, a ver si aparece algo.
- No, está bien. Pero puedes poner algunas subrutinas de control en los sistemas de las habitaciones, con eso debería ser suficiente.
Kass y Gála no siguieron la conversación, y el joven se marchó por uno de los corredores en estado meditabundo. Gála reflexionó si de verdad podía atribuir todo lo que le ocurría a su amigo con desarrollo físico y el cambio hormonal como decía Hontley. Se preocupaba por él, pero aun así debía anotarlo todo en sus archivos, pese a lo negativo que fuere.
Kass decidió olvidar el asunto del sonido y buscó algo para distraerse, pasó las siguientes horas concentrado en ello.
Para comenzar fue a uno de sus lugares favoritos, un lugar que el mismo llamaba el “puente pistón”. El sitio era también de enormes proporciones, quizás tan grande como una cancha de fútbol, y con una iluminación tan pobre en el altísimo y abovedado techo que al alzar la vista solo se apreciaba una impenetrable oscuridad. El único suelo del lugar era un amplio puente de vidrio y barandillas que cruzaba el espacio justo por la mitad, donde más abajo se encontraban docenas de monstruosos pistones y otros mecanismos hidráulicos moviéndose a toda potencia, a penas iluminados por las escasas luces colocadas a los lados del puente. El sonido en el puente pistón era casi ensordecedor, pero luego de un momento de acostumbrarse, a Kass le producía una sensación de sosiego que le provocaba recostarse sobre la superficie acristalada del puente a admirar las lucecillas de los robots que transitaban por los carriles superiores. La vista era sencillamente espectacular. El techo era tan oscuro que ni los rieles ni los robots eran visibles, sin embargo algunos manaban pequeñas luces que en otras secciones mejor iluminadas eran casi invisibles, pero en aquel techo brillaban con toda su intensidad y trazaban tenues estelas tras de si como estrellas fugaces . Cuando esa sección estaba muy concurrida, se podía apreciar decenas de esas luces yendo y viniendo, ¡toda una carretera de estrellas fugaces de colores!
Luego de pasar un buen rato en el puente pistón, siguió su recorrido a la sala de procesadores, que era solamente una de las nueve que había en todo el bastión. La sala en la que entró era espaciosa, pero ese espacio estaba casi completamente ocupado por lo que a primera vista parecían rascacielos a escala. De unos tres metros de alto, tenían forma de perfectos rectángulos, estaban muy cerca del techo sin tocarlo y reflejaban la luz de la sala en sus innumerables hileras de vidrio, separados y ubicados de la misma forma que las ventanas de un edificio.
En el techo había una enmarañada red de delgados carriles (como en todos los techos bajos del bastón) que a diferencia de los carriles superiores que pasaban junto al techo, estos iban directamente encajados a este.
A penas al dar unos pasos en la sala de procesadores, Kass fue recibido por un robot que llegó desplazándose sobre una extremidad que lo sujetaba al carril. Era un robot que a primera vista se parecía mucho a un platillo volador, algo chato y circular. Tenía un ojo robótico encapsulado dentro de una burbuja de vidrio en la parte inferior del platillo y un racimo de apéndices largos en la parte de arriba, alrededor de la extremidad que lo sujetaba al carril. Eran como un montón de antenas, o las patas de una araña de lata.
- Saludos, joven Kaspar – le dio la bienvenida el robot con exagerado tono de cortesía, y luego se volvió hasta una de las torres mas cercanas -  es poco habitual verlo por aquí hoy que no hay lecciones, ¿acaso se encuentra aburrido? – preguntó, pronunciando la palabra aburrido como si no estuviera habituado a usar la palabra. La voz sintética del robot sonaba nasal a pesar de no tener nada remotamente parecido a una nariz.
- Solo busco distraerme un poco – dijo Kass mirando como el robot usaba todas sus largas y finas extremidades para palpar suavemente los diminutos cuadrados de vidrio durante unos segundos para luego pasar a otros – podemos hablar de lo que quieras, ¿te parece R.A.D.?
R.A.D. era el acrónimo que se veía estampado en letras grandes y blancas sobre la superficie color naranja pálido del robot. Significaba “Robot Acomodador de Datos” y su función prioritaria era la de mover los datos digitales prescindibles a otros espacios, eliminar los que era inútiles, hacer espacio en los discos y muchas otras subfunciones. Kass ya se había preguntado antes que significaban los nombres de otros de sus amigos, algunos tenían significado, y otros, por alguna razón, estaban solo por el gusto de alguien.
- De acuerdo – concedió R.A.D dirigiéndola la mirada pero sin dejar de palpar las torres donde se almacenaban miles de millones de datos virtuales – puedo desempeñar mas de una función a la vez, pero va a tener que seguirme el paso, ya que en este preciso momento no puedo detener mi chequeo rutinario.
Kass no tuvo problemas, y pasó las siguientes dos horas platicando con R.A.D. mientras este se desplazaba de un lado al otro, de torre en torre haciendo su trabajo y hablando con el joven sobre los diferentes sistemas de software que podían aplicarse en determinadas circunstancias en equis lugares y momentos.
Tres veces a la semana el autómata hacia de profesor para Kass (aunque por lo general él se educaba a si mismo estudiando en los bancos de datos de cualquier computadora) y lo ilustraba en esos temas, pero hoy no estaba programada la clase y tenia otras labores que cumplir. Aun y así no podía negarse a una petición del residente, y técnicamente nadie podría negarle nada dentro de lo que fuera seguro para el y las instalaciones.

Cuando por fin Kass se cansó de seguir a R.A.D. de aquí para allá y de escuchar su ininterrumpida explicación sobre los sistemas de respaldo de comunicaciones de larga distancia, se despidió del robot y se marchó al dormitorio más próximo. No tenia una habitación especifica, y era mucho mas practico para el que estuvieran desperdigadas por todo el bastión, así no tenia que recorrer mucho para llegar todos los días al mismo sitio, simplemente solo tenia que ubicar al mas cercano para ir a descansar cuando el día acababa.
El día y la noche. Eso era algo que simplemente no existía en el bastión. La mayoría de las maquinas solo necesitaban muy de vez en cuando una breve pausa para un rápido cambio de baterías y volver a estar a punto, mientras que las inteligencias virtuales no necesitaban descanso en absoluto. Sin embargo para el residente si debían establecerse pautas de descanso, y como en el bastión no había forma de saber cuando caía o salía el sol se programó un horario de ocho horas que no se guiaba en absoluto por como se movían los cuerpos celestes.
Al llegar al dormitorio que se marcaba como “D16” sobre el marco de la compuerta, Kass encendió la luz y caminó hasta la cama de una plaza que lo esperaba con sus suaves sabanas y frazada de algodón blanco y una mullida almohada. La habitación no excedía los tres metros por tres, y a parte de la cama y una pequeña mesita donde reposaba un pijama celeste no había mucho mas, salvo los paneles eléctricos y pantallas en la pared.
Kass se cambio el chándal por el pijama, apagó las luces, y se metió a la cama.

En el duermevela, justo antes de que pasara al estado inconciente, un sonido tan distante como incomprensible comenzó a brotar de la penumbra. Kass estaba lo bastante despierto como para ser conciente de ello, pero a la vez estaba lo bastante dormido como para no ponerse alerta. El sonido vibraba y se paseaba por sus oídos, aumentando tan despacio que a penas podía percibirlo. Justo antes de caer en el sueño se contuvo, como si se sujetara al borde de un abismo, y con esfuerzo comenzara a subir otra vez. Tenía que despertarse completamente, averiguar de donde salía el sonido, si de verdad era algo externo o algo producido por su imaginación. Abrió los ojos de golpe, y esperó.
Era la primera vez que se ponía a prestarle tanta atención e ese sonido, ya que veces anteriores los había escuchado más estando dormido que despierto.
Permaneció acostado, esperando a ver que tanto aumentaba, sentía que ese sonido hacía siempre el mismo ritual, que era como si estuviera grabado. Ahora era el él que lo observaba actuar mientras el sonido creía que él estaba profundamente dormido. Lo encontraría y lo silenciaría. El sonido se volvió de pronto mucho mas fuerte, Kass se sobresalto y miró a todas partes, salía de debajo de su cama, del techo, hasta parecía salir de su propia cabeza, lo estaba confundiendo. Se paró de un salto y pegó el oído contra la fría pared, tratando de localizar la fuente. El sonido revoloteaba a su alrededor, y eso coincidía con sonidos de revoloteo, también pitidos agudos pero armoniosos y melódicos, pero para Kass ya se estaba volviendo una tortura, no tenia idea de que era. ¿Y como iba a tener idea que estaba escuchando el cantar de un gorrión?
De un momento a otro el canto cesó, y en su lugar otro sonido más simple y mecánico apareció, un pitido breve, seguido de otro más largo y luego algunos más muy cortos y otros un poco más largos.
- Esto es… - comenzó a decir, anonadado – es código Morse.
Kass reconocía el código Morse porque era una de las formas con las que podía comunicarse con las inteligencias virtuales básicas, y dominarlo le costó muy poco trabajo. El mensaje en Morse se repitió audiblemente otra vez, Kass prestó atención a los sonidos.
- Es una D… es, uno… en…cuatro, o tres, no, es cuatro… ¿días? – El mensaje se repitió una ultima vez, y al finalizar todo volvió al silencio – “D1 en cuatro días” – interpretó Kass – ¿que clase de mensaje es este?, ¿tengo que ir a ese lugar en cuatro días?


sábado, 12 de febrero de 2011

Videojuegos para salvar al mundo.

Un héroe en todo su esplendor.
Ahora resulta que no será un Arnold schwarzeneggercon músculos de acero y ametralladora en meno, ni un Yakie Chan con cinturón negro a quincuagésimo Dan los que salvaran al mundo, no señores, la señorita Jane McGonigal (creadora de videojuegos, naturalmente) y su pandilla de viciaos cree que los verdaderos salvadores de la humanidad se están entrenando a base de videojuegos ahora mismo. Ósea, que aquellos que jugamos estamos mejor preparados para los inevitables hecatombes del mañana, según comienzan a creer algunos.
El artículo, si bien no es cosa nueva, es bastante interesante. Sobre todo para subir la autoestima de los consumados jugadores, algunos de estos creyendo que este entretenimiento es una forma de evadirse de la monótona y aburrida vida diaria y eso, según dice el artículo, no es así.
De verdad es un tema a considerar. Con tantas profesáis estrambóticas, predicciones catastróficas y las palabras de esos barbones que predican el fin del mundo por las calles, todo apunta a que en algún momento todos seremos puestos a prueba en alguna dificultad a nivel mundial, y siendo el caso, los gamer ya estarán (al menos mínimamente) preparados o concientizados para cualquier guerra civil, ataque nuclear, invasión alienígena que se presente.
¡Nervios de acero!, nada lo distrae a la hora del entrenamiento para los futuros combates contra el mal.

Pero intentemos ser realistas en esto, desde mi perspectiva por lo menos, no creo que como personas algo mas interiorizadas en situaciones hostiles nos propongamos a salvar a la raza humana. Al fin y al cabo tenemos que aceptar que siempre esta primero nuestra propia supervivencia individual y luego la de nuestros seres queridos, vamos, en la raza humana hay mucha gente que no nos gusta, como el compañero de la primara que siempre nos molesto, esa ex novia/o que nos dejo o traiciono vilmente, o ese grupo social que no meceré ni ver la luz del sol. ¡No vamos a jugarnos el cuello por ellos! (XD)
Yo creo que mas que héroes, lo que están desarrollando los videojuegos son supervivientes. Por lo menos yo me siento más preparado, por ejemplo, después de unas mil horas de Left 4 Dead y Dead rising, para un apocalipsis zombie que alguien que nunca vio una película o jugó un juego donde hay que volarle la cabeza a un muerto viviente. Y luego de tener cierta seguridad podre ir a rescatar a la familia, amigos o a la vecina (que obviamente tiene que estar buena)
La gente de McGonigal está preparando proyectos, experimentos para poner a prueba a los viciosos y consumados jugadores con problemas reales cuyas soluciones también tienen que ser reales (no es que vamos a detener un huracán con un desestabilizador iónico o vamos a acabar con la amenaza terrorista a lo Gordon Freeman a base de palancazos y tiros)
Me parece genial lo que intentan hacer, y es probable que en el futuro veamos juegos que tengan menos aliens y magia, y más problemas sociales y ambientales a resolver con personajes normales pero tan hábiles y capaces como nosotros podemos hacerlos. Creo que eso sería algo útil, entretenido y a demás nos prepararía, es un terreno en los videojuegos que pinta genial para ser explotado.
Link del articulo:
http://www.bbc.co.uk/mundo/ciencia_tecnologia/2010/09/100927_1117_videojuegos_beneficencia_salvar_mundo_dc.shtml

jueves, 10 de febrero de 2011

Cyber-Alma. Capitulo uno Pt 2

Segunda parte del primer capítulo. Si, los estoy segmentando porque más de uno ya me habia dicho que los capítulos completos "eran muy largos y daba pereza leerlos" así que guiándome por esas críticas los hago más cortos. Disfruten la lectura.

El residente parte dos

Una voz sintética y femenina comenzó a sonar en todos los rincones con el tono eléctrico y  rígido de una maquina, indiferente por lo que acababa de ocurrir.
- tiempo: cinco minutos, treinta y cuatro segundos. Pulso: ciento veinte pulsaciones por minuto. Actividad neuronal: alta sin sobrepasar los límites. Tiempo de reacción: normal con tendencia decreciente – pronunció la voz a – estado de la prueba: fallido en pista cero-siete-cuatro.
Otra voz, esta vez una masculina, habló con mucha más soltura, pero sin dejar de sonar eléctrica y sintética.
- ¡Ah estaba tan cerca! – Se lamentó la nueva voz – le advertí que prestara atención al final, ¡se lo advertí!
- Finalizando protocolo de prueba físico-mental uno-nueve-nueve-seis  – anunció la femenina voz indiferente.
Las paredes comenzaron a retroceder hacia sus respectivos lugares, al igual que las prensas aplastadoras del piso y el techo. La ultima prensa donde había quedado el chico se abrió lentamente, y el cuerpo del muchacho apareció tendido boca abajo, pero intacto.
Seguía vivo, y tan ileso como para apoyarse sobre sus brazos y sentarse para bajar de la plataforma de la prensa. Se veía afligido, como un niño que sabia que iba a ser regañado por su madre. La puerta azul que tenía ante el salió disparada hacia arriba.
- Ahora estoy seguro que algo te esta pasando – se apresuró a exclamar la maquina rodante que entraba por la puerta.
Era un robot que a primera vista parecía una de esas sondas exploradoras que envían a Marte, pero mucho más grande y sofisticado. Su “cuerpo” de elaborada estructura cuadriforme revestida de metal plateado y rectangular, medía poco mas de un metro y medio de largo por uno metro de alto y casi un metro de ancho, salvo en la parte posterior donde se elevaba un simétrico relieve del que nacían dos larguísimas y articuladas extremidades como brazos mecánicos que trazaban arcos sobre el robot, y terminaban en esqueléticos dedos de metal, tres al final de cada brazo. En la parte superior se erguía algo como un cuello largo y dividido en dos segmentos por una bisagra redonda, y su cabeza semicircular tenía cuatro lentes como de cámara: dos grandes abajo y otras dos más pequeñas arriba.
Se desplazó sobre sus seis ruedas, tres a cada lado, y se detuvo justo en frente del muchacho, levantando su cabeza hasta la altura de la cara del joven.
- Debe ser esa metamorfosis que sufren los orgánicos en el transcurso del tiempo – supuso el robot. Su clara y enérgica voz sintética reverberaba por las paredes de la sala vacía - nunca voy a entender porque no son completos desde el comienzo – berreó hablando con aire exasperado y mirándolo con los cibernéticos ojos entrecerrados por pequeñas placas que aparecían por detrás de las cuencas de sus lentes, que eran como parpados.
- Estas pistas son cada ves mas difíciles, Hontley – intentó excusarse el joven, mientras se quitaba el sudor de la frente con el antebrazo.
- Pero tú estás cada vez más desarrollado. Ya tienes catorce, casi quince.
- Catorce años, ciento doce días, diez y siete horas y nueve minutos desde el inicio de su existencia según los registros - confirmó la inexpresiva voz femenina salida de la nada.
- Cumplo quince en cinco días – anunció el chico, esperando alguna clase de comentario sobre el inminente suceso. Pero ni el robot Hontley ni la voz dijeron nada al respecto, en lugar de eso guardaron un silencio incomodo.
- Bueno – dijo finalmente Hontley, sin haberse percatado de lo que esperaba el muchacho como respuesta – ya terminamos con las pistas por hoy – puso marcha atrás y dio media vuelta para salir por la compuerta azul, seguido por el joven.
- Voy a preparar la sala de practicas, tomate veinte minutos y si puedes límpiate esos fluidos refrigerantes que exuda tu cuerpo – le pidió el robot mientras se alejaba rodando, y seguía hablando solo con ese exaltación grandilocuente característica en su forma de hablar.
El muchacho se quedó solo en medio de un amplio corredor entrecruzado con otros caminos. Seguía predominando el blanco, pero también otros neutros aparecían, tales como el gris de los paneles de cableado y algunos monitores con pantallas oscuras encajadas en las paredes, y una compleja red de carriles saturando el espacio cerca del altísimo techo, que era mas ancho que la parte inferior del pasillo gracias a los sesgos que se abrían hacia fuera, dándole a esos pasillos la forma similar de una T.
- Gála – dijo de pronto, mirando hacia ninguna parte en particular. Casi al instante la voz femenina respondió.
- ¡Menos mal que el techo era de goma espuma, de lo contrario pudiste haberte lastimado! – exclamó de pronto con un tono de voz mucho mas suelto y avivado. Sin duda era la misma voz femenina de hace un momento, pero ahora se escuchaba diferente, sin la rígida monotonía, sonaba como una chica joven.
- Ah, ¿ahora te importa? –
- Claro que me importa, no te portes así, Kass – contestó Gála, el volumen de su voz también había adquirido altos y bajos, en lugar del plano tono de maquina que mostraba hace solo unos instantes – ya te dije que durante una prueba el protocolo dicta no interferir de ninguna manera, ni física ni psíquica ni emotivamente.
- La prueba había terminado cuando dije… - comenzó a decir Kass, pero Gála se le adelanto.
- Lo de tu cumpleaños, ¿querías que te felicitáramos por adelantado?
- Solo quería que lo recordaran – berreó Kass, ligeramente ruborizado.
- No somos capases de olvidar nada – repuso Gála con paciencia. El chico se quedó sin argumentos, y comenzó a caminar por el corredor como si estuviera ofendido, intentando alejarse de aquella incorpórea presencia que no dejaba de hablarle.
- ¿Otra vez intentas evitarme? – La voz de la I.A prácticamente lo seguía como un fantasma, sonando como si saliera directamente de las paredes – es inútil, estoy por todas partes JA-JA-JA – se le burló con una risa acentuadamente mecánica. Kass no le contestó y siguió caminando, dobló en una esquina y subió por una amplia escalera que abarcaba todo el camino que acababa de tomar – Hontley tiene razón, algo te anda pasando… según mi base de datos cada cierta cantidad de tiempo los orgánicos como tu atraviesan etapas donde cambian física y mentalmente… el único antecedente similar a esto es cuando cumpliste los tres años y dejaste de ser un bulto de carne baboso.
- ¡En esa época tu también estabas igual! – Contraatacó Kass – nada más que tú eres virtual y solo te desarrollas psicológicamente.
- Si – respondió Gála con voz repentinamente serena – y todavía me desarrollo, en parte, gracias a lo que aprendo de ti. Crecemos juntos Kass, somos amigos, confiamos el uno en el otro. Si hay que te inquiete puedes decírmelo.
Kass se detuvo y fijo la mirada en una cámara empotrada en un carril en la pared. Una de las pocas referencias físicas de Gála. La cámara era esférica y de color blanco, tenía una lente redonda y grande en frente que manaba un brillo celeste, y a los lados se levantaban dos estirados triángulos, que debían ser alguna clase de antena.

La amistad de los dos fue desde siempre, ó sea, desde que ubicaron a Kass, que a penas era un bebé, y a Gála, que en aquellos días no era más que una I.A básica sin la capacidad de entablar una conversación racional, en el mismo sitio. El lugar en el que se encontraban era conocido como el bastión, una gigantesca instalación subterránea completamente automatizada y dirigida por un grupo de inteligencias artificiales avanzadas donde la propia Gála empleaba el papel de administradora general (al principio no contaba con desarrollo emocional pero su pre-programación de administradora ya era totalmente operativo). Otras inteligencias, tales como Hontley, se encargaban de labores específicos que mantenían las instalaciones a pleno rendimiento con el propósito primordial de mantener vivo a su único residente.
Kass era el único ser humano en todo el lugar, pero no se sentía para nada solo ni incomodo por estar rodeado únicamente de maquinas, el se había criado ahí, era el único mundo que siempre había conocido, y su familia siempre habían sido los seres sintéticos que poblaban el bastión. Sin embargo siempre sintió curiosidad (como es normal en la naturaleza humana) por saber mas sobre los semejantes que nunca tuvo oportunidad de conocer, sobre todo saber sobre los misteriosos entes que habían levantado el recinto, que eran como seres legendarios, casi dioses para muchos de los robots, que hablaban de ellos con religioso respeto llamándolos “creadores” aunque ninguno sabia prácticamente nada de ellos, ni siquiera las inteligencias mas avanzadas.
Una vez, cuando Kass tenia doce años le preguntó a Gála sobre lo que sabia sobre los seres como el, que en el bastión simplemente los generalizaban como “orgánicos”. La I.A extrañamente no tenia muchos datos al respecto, ya sea porque no los había recopilado o porque los creadores no querían que tuviera registros. Lo que si pudo contarle fue sobre lo ocurrido en la superficie y porque el tenia que quedarse en el bastión y no salir nunca. Gála le narró sin muchos detalles sobre una enfermedad virulenta que contaminó el mismísimo aire. Una pandemia que avanzó rápida e inexorablemente, alcanzando a cada ser orgánico. Matándolo todo.
En un esfuerzo por preservar la vida, los creadores llegaron al bastión, que ya existía pero servia a propósitos de los que Gála no tenía registro alguno, y lo transformaron en un refugio. Lo siguiente que le contó fue que, por alguna razón, la gente no llegó a entrar en el bastión salvo uno, que apareció en el elevador que se conectaba con la superficie y fue puesto a salvo por el personal autómata, esa única persona era un simple bebé, era él. Posteriormente las sondas del bastión exploraron los alrededores de la superficie en busca de los creadores, pero allí ya no quedaba nada más que una cáscara de lo que era el mundo, un lugar áspero, triste y silencioso. La enfermedad había arrasado con todo, lo que volvía a Kass no solo el último humano, sino el último ser orgánico, la última forma de vida autentica en toda la tierra.
Al niño le pareció un relato interesante y revelador, pero extrañamente no se sintió apenado, salvo quizás porque se quedaría con la curiosidad de ver cómo era todo arriba. La revelación de que era el único ser vivo le daba igual, tal vez porque en esa época era solo un niño que no comprendía la magnitud de aquello, o porque la frialdad de las maquinas se impregnaba en su forma de ver las cosas, el caso fue que no volvió a preguntar sobre el mundo exterior y siguió con tu vida subterránea.
Las inteligencias avanzadas habían determinado ni bien llegó Kass aquel día, que el conocimiento sobre la historia en detalle y cualquier cosa relacionada con la superficie y la humanidad seria innecesario para él ahí abajo, por lo que decidieron hacer que se abocara a aprender todo lo estrictamente concerniente al bastión; informática, matemáticas, mecánica, como manejarse por la instalación y como mantenerla.

- ¿Y bien? – apremió Gála esperando a que Kass le contara eso que parecía inquietarlo. Para observar sus expresiones faciales acercó un poco la cámara que en ese momento controlaba, y ajustó los visores de la lente. Kass abrió la boca para decir:
- ¡Si llegas primero la vestíbulo te lo cuento! – gritó el muchacho, y mientras reía salió disparado por el pasillo hasta doblar en una intersección. Las antenas de la cámara se levantaron bien derechas por la sorpresa. Seguido de eso el artefacto se removió de su lugar y se fue tras el joven a gran velocidad, moviéndose por un carril metido en la pared hecho exclusivamente para que esas cámaras se desplazaran.
En realidad ella podía estar en cualquier lugar que quisiera al instante, y hasta estar en varios lugares al mismo tiempo, pero las reglas del juego que establecieron la condicionaban a competir en algún estado físico, como por ejemplo en una de sus cámaras de vigilancia. Aun y así podía desplazar la cámara a una velocidad impresionante.
- ¡Vas a perder! – dijo Kass, atravesando las diferentes secciones de todo el inmenso lugar como un lince, esquivando de vez en cuando a algunos robots no humanoides que transitaban por ahí.
- claro, como la ultima vez que llegaste cuarenta  cinco segundos después de mi – le respondió Gála. La cámara no estaba ni cerca de el, pero ella no la necesitaba para hablarle, podía saber donde estaba en todo momento de la carrera, también podía ver el resto del camino y la meta.
- ¡Eso fue porque tropecé con un recolector y tu lo viste! –
- Es igual, fue tu error. Ya te estoy alcanzando lento JA-JA-JA –
Kass no necesitó darse la vuelta para confirmarlo, sabia que Gála no fanfarroneaba en vano ni tampoco sabia mentir. Corrió aun más aprisa. Gála estaba a solo unos metros, la vara de sujeción estaba inclinada hacia delante para acercar la cámara un poco mas a la compuerta abierta que era la entrada al vestíbulo y la meta.
Faltó poco, pero Kass logró hacerse con la victoria justo cuando la cámara de vigilancia estaba casi a su altura.
Kass se detuvo a los trompicones y se quedó recostado contra la pared, jadeando.
- ¿Te gusta correr no? Vamos a ver de que te sirve cuando vayas a la practica… bueno no gané, pero se que me lo vas a contar igual.
- Te lo voy a contar, pero no ahora perdedora.
- Pero…
- Ahora puedes salir, quiero cambiarme – le pidió indicándole la salida con un movimiento de la cabeza y sonriendo por su pequeño triunfo que resultó serle un consuelo a la reciente prueba fallida. Gála obedeció retirando la cámara con las antenas caídas en gesto de resignación, junto con el resto de dispositivos en la habitación para darle la privacidad.
Kass se quitó el apretado traje de una sola pieza, la colgó de una percha y la guardó en uno de los muchos casilleros metálicos del vestíbulo. Si bien cerró el casillero una espacio se abrió por atrás como un pasadizo secreto y la percha junto con el traje se fueron por ahí, directo a la lavadora.
Luego Kass fue hasta el casillero de la pared opuesta y sacó otro conjunto a su medida. Se enfundó en una camiseta y un chándal de poliéster de un pulcro color blanco con franjas, cuello y hombros de color azul, y unas zapatillas con velcro que hacían juego. Los pantalones largos y abultados lo hacían sentir mas ligero, así como el buzo de fibra sintética le parecía más abrigado para el ambiente generalmente frío del lugar.
Una de las oscuras pantallas enmarcadas a la pared del vestidor se iluminó de pronto con un etéreo resplandor verde y una ventana virtual apareció con algunas palabras en el interior. Rápidamente Kass se acercó a la pantalla, y pulsando un botón junto a esta una lámina de vidrio emergió de un pliegue en la pared debajo de la pantalla, al igual que el suelo donde se desplazó un espacio circular y un taburete de hierro se levantó frente a la pantalla y el teclado, todo al mismo tiempo. Kass se sentó y comenzó a toquetear con los dedos la lámina donde se habían dibujado teclas bidimensionales. Aquella ventana era nada menos que una forma de comunicación que utilizaban en el bastión. Lo llamaban el C.E.I (conversación electrónica instantánea) y dicho sistema estaba implementado en todas las computadoras del lugar.

01: ¿sigues en el vestíbulo?                                                                       

Kass: si, todavía me queda tiempo.                                                                            
-¿Que nos tiene preparado Hon?                               

01: sin modificaciones. Practica habitual.

Kass: hace una semana que no salimos de lo habitual.
- y… viene tu hermano de nuevo ¿no?

01: como lo habitual.

Kass: así que otra vez 2 contra 1… últimamente me lo esta poniendo un poco mas complicado, el dice que ya soy mas grande y puedo hacer cosas mas difíciles.

01: el argumento es factible. Superas tus límites.

Kass: pffh, solo porque voy a cumplir 15 no tiene porque subir el nivel así de golpe.
- una prensa de goma espuma me aplastó y lo tomó como si YO estuviera fallido o tuviera algún circuito cortado.

01: quizás los circuitos cortados sean parte del desarrollo.

Kass: como sea, voy para allá en un momento, nos vemos ahí.

Kass se levantó de la butaca y, volviendo a presionar el botón, el teclado digital y el asiento se ocultaron en sus respectivos nichos.
Todavía le quedaba tiempo antes de que se cumplieran los veinte minutos de plazo, y sabiendo lo que le esperaba decidió bañarse más tarde, por lo que fue caminando sin prisas. Volvió por las zonas que había recorrido en su carrera con Gála y vio con más detalle las salas que se había pasado de largo. Había mucho espacio libre, que por lo general se ocupaba para poner cosas como cubos de manutención. Estos consistían en cubos hechos de alguna clase de gel semitransparente de color miel, con un centro sólido y esférico con muchos puertos de conexión. Kass todavía no sabia como esas cosas podían ser uno de los elementos mas necesarios para el funcionamiento eléctrico, pero la cantidad de cubos se contaban por toneladas y estaban desparramados por todas partes. A veces también el espacio era usado por robots de clase básica, que empleaban las salas vacías como talleres improvisados o pequeños almacenes de refacciones que ellos mismos asignaban para tener sus repuestos más cerca en caso de que los necesitaran. Otros salones vacíos y mas apartados de las secciones que Kass transitaba incluso se habían convertido en vertederos de chatarra donde residían pequeñas colonias de recolectores.
Todo esto ocurría por una razón: ya que no había población humana, la población robótica aumentaba progresivamente. Las inteligencias virtuales no eran problema ya que la capacidad de memoria de la instalación para almacenar datos era infinitamente expandible, sin embargo el espacio físico podía ser grande pero no extenderse mas allá de sus limites. Las maquinas del bastión estaban programadas para un protocolo de entorno humano, pero la nueva realidad los obligó a tomar medidas de improvisación. Haciendo uso de “el que no arriesga no gana”, pusieron en práctica un plan para usar los materiales y recursos almacenados con el propósito de multiplicar la producción de todo y, en teoría, aumentar el rendimiento de la instalación hasta niveles perfectos. A la larga funcionó muy bien y las operaciones del bastión incrementaron, pero como consecuencia el material desplegado así como las unidades físicas construidas fueron llenando el espacio libre. Aun y así todo eso no era realmente un problema dado que tenían toda la instalación para ellos. Los espacios se verían menos bonitos, pero eso no era inconveniente para el sentido de practicidad de las maquinas.
Kass salió de un salón de almacenaje improvisado y fue por el camino de la izquierda. La sección de salas que acababa de atravesar no era mas que una minúscula parte de todo el recinto, de cuyas proporciones solo tenia una idea. Se dirigió hasta un elevador en forma de cilindro de vidrio, las puertas se abrieron automáticamente y pulsando unos botones el transporte comenzó a ascender lentamente. Al acercarse al techo (que estaba tan arriba que daba la impresión que habían sido hechos así para que transitaran gigantes) vio los rieles suspendidos, estaban transitados por múltiples formas mecánicas que iban y venían, algunos de formas tan simples como cubos, otros con complejas estructuras curvilíneas y algunos que transportaban objetos de distintos materiales. Eran robots de todos los tamaños y formas posibles, yendo a todas partes, cumpliendo sus funciones, justificando sus existencias. El ascensor entró por una cavidad en el techo y se perdió de vista.
Kass llegó a un nuevo nivel, y bajándose del ascensor caminó el trecho restante hasta una compuerta que exhibía una par de números seguidos de letras que se veían como si hubieran sido puestas de forma azarosa.
Por dentro las paredes de la espaciosa sala eran más o menos verticales, con sesgos que se inclinaban hacia fuera y luego hacia adentro hasta llegar al techo poblado de luces que iluminaban perfectamente cada rincón del espacio. Cerca de las paredes se hallaban diversas maquinas de ejercitación, y en el centro un cuadrilátero constituido por una amplia colchoneta verde oscuro. Aquel lugar era una especie de gimnasio, y lo estaban esperando en el cuadrilátero.

sábado, 5 de febrero de 2011

Cyber-Alma

Esta es la primera de las obras que subiré en este Blog, les daría una sinopsis para que sepan más o menos de que trata, pero la cosa es que si hiciera eso arruinaría algunos misterios y sorpresas, ya que el relato está lleno de ellos. Solo les pido que le den una oportunidad. Es una obra original de ciencia ficción, acción y humor. Agradezco a Andrew Romero por la fantástica Portada.

Se agradecen críticas y comentarios, espero les guste. =)





Delirios del autor:
Existen muchas clases de mundos dentro del mundo, están los que se extienden hasta las estrellas y los que existen dentro de una granja para hormigas. Un mundo no es un lugar determinado por el espacio físico, sino por la visión de sus habitantes. Podemos sentirnos reyes o esclavos de ese mundo, podemos sentirnos cómodos o incómodos ahí, podemos acostumbrarnos a sus reglas y romperlas si así lo vemos correcto, y podemos intentar hacer algo grandioso para dejar nuestra huella en el. Al final todo se reduce a las sensaciones que nos hacen seres vivos, y ese mundo nos pertenece y le pertenecemos. Es tan grande como alcanzamos a imaginarlo, aunque más allá exista todavía más, y siempre existe más en caso de que queramos expandir nuestra visión. A veces, sin embargo, no se puede ir mas allá, pero no por eso somos prisioneros de nuestro mundo, porque la libertad también es una sensación, y a veces puede alcanzarse estando en una jaula.

Capitulo uno: El residente

El largo e iluminado pasillo de losas blancas permanecía vacío en su monótona pulcritud. A la distancia, comenzó a resonar por las paredes una sucesión de pasos acelerados que aumentaban al mismo tiempo que la diminuta figura humana al fondo de aquel pasillo hexagonal aparentemente infinito y blanco como el papel. El corredor era un individuo masculino de aspecto muy joven. Su piel era pálida y el cabello rubio se le alborotaba por el viento mientras atravesaba a grandes y rápidas zancadas el largísimo trecho.
Más atrás otra figura apareció desde un camino adyacente, corriendo de manera constante y mecánica detrás del chico, quizás a una velocidad todavía mayor que este.
El muchacho se giró para ver de reojo a sus espaldas, y se alarmó al ver a su perseguidor mas cerca de lo que imaginaba. Redobló sus esfuerzos para ir aun más aprisa, llenando sus pulmones por la nariz y resoplando por la boca en tanto movía sus brazos al compás de sus rapidísimas piernas.
El perseguidor era muy diferente a el, empezando por el detalle de que no tenia rostro, y su cuerpo carente de ropa era de un blanco solo un poco mas opaco que el de el pasillo. Al correr podía notarse su rigidez y sus articulaciones visiblemente mecánicas emitían un silbido neumático a cada paso que daba, era una especie de maniquí robótico desbocado, que sin mucho esfuerzo se acercaba cada vez más a su objetivo.
Finalmente el muchacho alcanzó a ver un umbral, parecía el final de ese trecho y el comienzo de una sección nueva. El incansable maniquí estaba ya peligrosamente cerca, podía oír sus fuertes pisadas tras el, resonando junto a las suyas.
La línea de sus labios se doblaron hacia arriba en una sonrisa. En ese preciso instante, y aumentando todavía mas la velocidad, el joven inclinó su cuerpo hacia delante y comenzó a correr con la parte de delante de los pies, apoyándose en los dedos en lugar de los talones, moviéndose con una destreza casi felina.
Salió disparado como una flecha, y en cuestión de segundos marcó una importante distancia de su inhumano perseguidor.

Al atravesar el umbral una gruesa plancha metálica se deslizó por el marco de arriba hasta caer ruidosamente contra el suelo, bloqueando la entrada a la nueva sección por completo y dejando al frenético maniquí del otro lado. El joven detuvo su carrera casi de golpe lo que le hizo deslizarse en el suelo reluciente. Se dio la vuelta para mirar la entrada, quizás para cerciorarse de que estaba bien cerrada. Su atuendo crujió cuando se sentó un segundo a recuperar el aire. Tenía una especie de ajustado traje sintético de una sola pieza que lo enfundaba de los pies hasta el cuello, dejando expuestas únicamente la cabeza y las manos. El traje era de color azul brillante con franjas negras, y una minúscula red de delgadas líneas hexagonales trazaba simétricamente toda la superficie de la prenda.
Resopló de alivio y se permitió un instante mas para aspirar hondo y soltarlo todo por la boca antes de volver a ponerse de pie.
La nueva sección era una sala considerablemente más amplia que el pasillo, pero no igual de larga. Constaba de unos veinte metros de largo con una altura de más o menos igual medida, también tapizado únicamente con pulidísimas losas de una blancura encandecerte, era como si la luz fuera emanada de las propias paredes y el techo. Al otro extremo de la sala, muy cerca del techo se encontraba una abertura cuadrada no más grande que un conducto de aire que parecía ser el nuevo punto de salida, ya que la sala no contaba con una puerta como la que acababa de cruzar.
De pronto la espaciosa habitación comenzó a sacudirse con la estridencia de un terremoto, el chico se fue directo contra la pared para buscar apoyo y miró a su alrededor. El lugar estaba completamente vacío, salvo por un par de cámaras esféricas que no dejaban de vigilarlo con sus redondas lentes que manaban un frío brillo celeste. Entonces, sin previo aviso el piso comenzó a inclinarse de forma alarmante, y supo de inmediato lo que tenia que hacer.
El piso se elevaba hacia el hueco cerca del techo mientras el rincón en que el estaba se hundía cada vez mas. Se vio obligado a avanzar cuando la pared de su lado dejó lugar a un vacío donde se hallaba la más impenetrable y siniestra oscuridad, como si fuera la boca de una bestia mecanica, y esto se acentuaba mas por el retumbante sonido de los mecanismo internos, que sonaban con un constante aullido de otro mundo.
Comenzó a correr otra vez, ahora con mucha mas dificultad por efecto de la gravedad que lo empujaba hacia aquel hambriento agujero que crecía a sus espaldas al mismo tiempo que el suelo se hacia mas empinado e imposible de subir. Cuando sintió que estaba perdiendo el equilibrio y caía de espaldas se arrojó para adelante y cayó sobre sus rodillas que uso para darse impulso, continuando su aserción a gatas. El vendito hueco de la salida parecía estar todavía lejos y el suelo ya casi estaba a medio camino de su verticalidad total. Empecinado por no caer empezó a reptar como un reptil, esperando que su sujeción durara lo suficiente, ya estaba faltando poco.
En el último tramo una fuerte ventisca helada salió del negro agujero, que ya abarcaba gran parte de lo que era el piso, y la plataforma en movimiento estaba ya en una posición vertiginosa. El joven lanzó su mano cuando sintió que se precipitaba, y con la yema de los dedos logró afianzarse justo a tiempo al marco de la abertura. Lanzó su otra mano, y con toda la fuerza de sus brazos se impulsó hasta meterse por el hueco.

Apareció arrastrándose por el suelo de una nueva sección de geometría semiesférica, mucho más compacta que las dos anteriores. En el medio de esta se alzaba una mesa-teclado abarrotada de botones y un amplio monitor compuesto solo por una lamina de vidrio donde varias ventanas digitales estaban abiertas y llenas de palabras y códigos numéricos. Atrás de esa especie de computadora se hallaba una nueva salida, y su nuevo desafío al mismo tiempo. A ambos lados de la puerta una docena de cerrojos la mantenían sellada fuertemente, y el único medio para abrirlas parecía hallarse en la consola ante el. Sin perder el tiempo el muchacho se lanzó sobre el teclado y comenzó a teclear febrilmente. En la pantalla de vidrio se proyectaron nuevas ventanas de color negro con letras blancas.
Las filas de texto bajaban, algunas ventanas se cerraban y daban lugar a otras de diferentes tamaños. Entonces dos de los gruesos cerrojos de más arriba chirriaron y se escondieron en la pared. Sonrió exultante, y continuó tecleando con una velocidad tal que a penas se podían seguir sus dedos con la vista. En los treinta segundos siguientes dos pares mas de cerrojos habían cedido, dejando solo los de mas abajo.
Cuando el tercer par se abrió el primer par volvió a cerrarse de golpe. Azorado, miró la salida con los ojos desorbitados y luego volvió a concentrarse en el teclado y la pantalla para solucionar lo ocurrido. Debieron pasar unos dos minutos que le parecieron siglos, en los que luchó contra los tozudos cerrojos que se abrían cuando otros se cerraban y a veces en viceversa, al final y luego de sentir un ligero calambre en las manos por fin todos los cerrojos se desbloquearon, dejando la salida accesible. La puerta se levantó sola cuando el se le acercó lo suficiente, y pasando el umbral entró en un nuevo espacio de esa especie de pista de obstáculos.

El lugar era mucho más amplio que el anterior, y llegaba a los cien metros de largo que finalizaba en una prometedora puerta de color azul. El joven desconfiaba de la espaciosa habitación por el simple hecho de que estaba demasiado tranquila y vacía, pero no tenía mas alternativa que avanzar pese a lo que surgiera para detenerlo.
Tal y como sabia que sucedería, al dar los primeros pasos el espacio a su alrededor comenzó a moverse y transformarse, las paredes de losas se separaron en secciones iguales hasta quedar hechos paneles bien definidos, y se salieron de sus lugares empujados lentamente por los enormes suspensores hidráulicos que tenían detrás. Lo mismo ocurrió con el techo y el suelo pero de forma diferente; en lugar de avanzaran lenta y uniformemente hacia el centro, empezaron a estrellarse unas contra otras en completa discordancia. Eran como gigantescas y mortíferas prensas hidráulicas. Al mismo tiempo, las paredes comenzaron a moverse todas a la vez, estrechando el salón lentamente, incluidos el aplastante piso y techo, que se retraían sobre si mismos, baldosa por baldosa, mientras las paredes se acercaban más entre ellas.
El joven sabía que si no pasaba rápido ese nuevo desafío terminaría aplastado por las paredes o por las prensas.
Empezó a correr desaforadamente en dirección a la primera de las cinco prensas, y cuando esta se abrió se subió y atravesó los diez metros de la trampa antes de que se cerrara otra vez. Salió justo a tiempo cuando el suelo se disparó y chocó contra la plancha opuesta, haciendo un ruido atronador como la palmada de un gigante. Todavía tenia que superar cuatro de esos obstáculos y las paredes seguían constriñéndose en tanto un desesperante ruido de engranajes saturaba el agobiante salón blanco. Cada prensa caía a su propio ritmo y a distintas velocidades. Atravesó los dos siguientes obstáculos, sin detenerse, las paredes ya solo le dejaban poco más de tres metros de espacio. El ruido de engranajes crecía y las ultimas dos prensas parecían mas aceleradas que todas las anteriores. Reuniendo valor y se lanzó.
Cruzaba la anteúltima prensa cuando esta parecía estar a punto de cerrarse con todo su peso, el muchacho reaccionó a tiempo y haciendo una barrida se deslizó escapando por solo unos centímetros. Sin detenerse siguió corriendo, las paredes ya solo estaban a menos de dos metros la una de la otra. No tenia tiempo de medir la velocidad con la que caía la última prensa, a esas alturas igual de angosta que las paredes. Cuando esta se abrió por completo saltó entre las dos angostas plataformas y tirándose al resbaladizo suelo boca abajo se deslizó sobre su torso los metros restantes.
Su plan no funcionó, y a solo un metro del otro extremo de la plataforma esta se levantó de golpe e impactó contra el panel del techo… con él en medio.
El ruido de engranajes cesó, y todo se detuvo.