sábado, 14 de mayo de 2011

Cyber-Alma. Capitulo 3

¡Por fin un nuevo capitulo!
Este no es tan largo, por suerte. x)



Capitulo tres: Ruptura de protocolos

Los siguientes tres días transcurrieron normalmente para Kass, que prefirió no decir nada sobre el mensaje Morse, sentía que ese asunto era algo personalmente suyo y que ni siquiera Gála tenía porque intervenir. De cierta manera se sentía emocionado e intrigado por lo ocurrido, era tan poco habitual e inexplicable que le dejaba un sabor a descubrimiento que jamás había sentido, y no quería que nadie se lo echara a perder.
En los días que siguieron Kass continuó su vida normalmente, ejercitándose con Hontley y atravesando pistas de obstáculos diversas bajo la supervisión de este y de Gála. Siguió estudiando para entender mejor el mundo complejo y cibernético que le rodeaba y que en algún momento podría mantener y cuidar con sus propias manos, y siguió entreteniéndose con cualquier cosa que le pareciera divertida o interesante a pesar de que no estuvieran diseñadas para su entretenimiento.
Hasta que por fin llegó el día de su décimo quinto cumpleaños, que por alguna razón, pensó Kass, solo estaba un día antes de esa cita programada con el misterio en la habitación D1

Kass se despertó de muy buen humor ese día, le parecía como si todo lo bueno le llegara de una sola vez. Se levantó de la cama, y al terminar de cambiarse salió del dormitorio que se marcaba como “D18”. Entró por una compuerta que estaba justo en frente, donde estaba el baño. En ese baño, como en todos los demás de la instalación, ya estaba esperándolo una pequeña botella de plástico sin etiqueta llena de enjuague bucal para que higienizara su boca, un lavamanos con jabón y alcohol en gel, una ducha y un inodoro. Lo único que hacia que ese baño fuese diferente a un baño de hogar (a demás de que no tenia adorno alguno) era la ausencia de espejo, tanto en ese como en todos los demás. Y no se limitaba a los baños, en todo el Bastión no existía nada que siquiera pudiera reflejar algo, cada cristal, vidrio y superficie metálica bien pulida de alguna forma estaba cubierta con alguna lamina o algo que no dejaba que ninguna imagen se refleje, solo la luz, y aun así los cristales eran igual de transparentes y los metales bien pulidos igual de relucientes, y por mas extraño que parecía, a Kass nunca se le había ocurrido preguntar, y no parecía importarle el nunca haber visto su propio rostro.
Al salir de baño entró por otra compuerta que lo condujo a un corredor mucho más pequeño que los altísimos pasillos blancos.
Líneas de luces metidas tanto en las esquinas del techo como de la pared surcaban el corredor, que tenía forma hexagonal y como mucho llegaba a los dos metros de altura. Dobló por una esquina y luego volvió a doblar a la derecha donde se encontró con un par de recolectores peleándose por un pedazo de alambre de cobre que alguno de los dos había cambiado del panel eléctrico en la pared de ese tramo de pasillo. Llegó hasta el final del tramo y la compuerta se abrió a la mitad para dejarlo pasar.
- ¡SORPRESA! – le gritó enérgicamente Hontley abriendo los brazos para acompañar su exclamación. Se apareció de repente a un lado de la compuerta justo cuando Kass la atravesaba, y como el robot tenia activado el alto parlante el chico se llevó una sorpresa infartante antes de pegar un chillido y saltar hacia el lado opuesto, donde fue atrapado por cero-uno, que venia acompañado de su hermano idéntico y una multitud de otros robots.
- Eeh ¿lo hice bien? – preguntó Hontley mirando a una de las cámaras de Gála.
- Su corazón no se detuvo, creo que si – concedió la I.A – ¡feliz cumpleaños Kass! – lo felicitó simpáticamente.
Las voces de otros entes virtuales salieron de las paredes así como otros robots se le acercaron rodando o desplazándose sobre carriles para felicitarlo calidamente. Kass a penas podía creerlo.
- ¿Pero que es esto? – preguntó con un notable gesto de impresión en la cara y una sonrisa de oreja a oreja.
- Es como lo hacían ahí arriba – comenzó a explicarle Hontley, con todo el alboroto estaba todavía mas frenético y altisonante que de costumbre – algo que llamaban tradiciones, o algo por el estilo. La tradición del cumpleaños era darle una sorpresa al cumpleañero cuando este llegara – farfulló.
- Woow, eso no lo sabia – admitió Kass, la única tradición de su cumpleaños que tenia hasta el momento era que le cambiaban la composición proteínica de la comida, y el únicos motivos por el cual era bueno cumplir años era que le enseñarían cosas nuevas y mas importantes sobre el Bastión
- Bueno abran paso, dejen que vea su regalo vamos circulen circulen – apremió Hontley haciendo a un lado al montón de robots,  y ahuyentando a los recolectores que se habían congregado mas por la idea de que entre tanta concurrencia se produjeran residuos para recolectar que por acordarse del evento.
Kass fue hasta la mesa del comedor (que junto a la silla eran los únicos muebles que habían) donde lo esperaba su regalo. Sobre la mesa y sobre un plato de vidrio se encontraba un pastel de dos pisos. Su textura era extrañamente grumosa y de un color entre gris tostado y blancuzco que le daba un aspecto poco apetitoso para alguien que estuviera acostumbrado a los postres coloridos. Arriba del pastel, donde se suponía que iban las velas, se hallaba un largo bombillo que emitía una resplandeciente luz amarilla, y a un lado del pastel podían verse los cables saliendo y conectándose a una pequeña batería de color negro.
- Se parece a la compota de siempre pero solidificada… y con un foco – comentó Kass sonriendo abiertamente.
- Se vera como la de siempre pero esta tiene un sabor muy especial – aseguró Gála acercando la cámara por el carril metido en la pared del comedor.
Kass se sentó en la silla delante de su pastel y levantando el tenedor que estaba a un lado lo hincó en su regalo, arrancándole un trozo y llevándoselo a la boca. Masticó meticulosamente mientras todos los ojos cibernéticos de todos los tamaños y colores apuntaban a el, esperando la reacción.
- Es dulce, ¡me encanta! – exclamó en un sobresalto, y los robots clamaron la aprobación con chillidos y chirridos mecánicos que sonaban alegres, aunque ninguno había contribuido realmente con la preparación del pastel, y sus sonidos de alegría eran casi tan horribles como un pelotón de manos con uñas largas arañando todas a la vez una docena de pizarras, pero ese era un sonido calido y familiar para Kass.

Pasado un rato la celebración se hallaba en su apogeo. No había música, ni animadores ni show de luces en el espacioso comedor, pero el acontecimiento era algo tan fuera de lo normal que merecía su propio lugar en la historia del Bastión. Era la primera vez que tantas unidades de tantas funciones diferentes se reunían en un mismo lugar e interactuaban entre ellos en sus diferentes lenguajes técnicos, pasándose conocimientos tanto se software como de hardware y comentando sobre las funciones que desempeñaban cada uno. La línea que separaba las inteligencias básicas de las superiores se había desvanecido momentáneamente, así como las diferencias entre los virtuales y los físicos, que aunque jamás existió nada parecido a la discriminación nunca ningún autómata había considerado necesaria la convivencia directa y prescindible con otro que fuese de estado y propósito diferente, salvo por Gála.
- Se que todo esto fue idea tuya – dijo Kass a la cámara de Gála.
- ¿De quien mas sino?, ya vez que soy toda una revolucionaria – se elogió a si misma. Por el tono de su voz y la simple expresión de la lente se notaba que estaba muy contenta.
- ¿y desde cuando andas con estas ocurrencias?
- tengo algunos datos sin importancia dispersos en mi memoria, me pareció oportuno usar el dato de la fiesta para esta ocasión ya que nunca habíamos celebrado tu crecimiento.
De pronto Kass puso rumbo a la mesa a paso veloz, Gála lo miró extrañada mientras el volvía con la silla y acomodaba en el suelo. A continuación se subió sobre la silla y le estrecho un afectuoso abrazo a la cámara.
- gracias, Gála – dijo Kass con ternura. Los parpados mecánicos de la cámara de Gála se abrieron del todo, y luego se entrecerraron en un gesto de enternecimiento.
- por nada Kass – respondió ella con la misma suavidad de su realista voz sintética, y en el fondo de sus intrincados procesos de reproducción artificial de emociones se sintió un poco frustrada por no poder corresponderle el abrazo.
Pasada una hora las unidades fueron regresando a sus respectivas áreas para continuar con sus asignaturas rutinarias. A si mismo, para Hontley la singularidad del día había llegado a su fin y era hora de que todo volviera a la mecánica normalidad. Ya tenía un par de pistas de obstáculos preparadas y una ardua ejercitación para su sujeto.
Sin embargo se quedó estupefacto cuando Kass decidió no hacer la prueba para aprovechar al máximo lo que quedaba de su día de celebración, y se sorprendió todavía más cuando la propia Gála, que era la mismísima administradora del Bastión, apoyó la desatención del joven.
Una cosa era hacer una pequeña discrepancia en los horarios de rutina, pero contradecirlas completamente era algo que Hontley a penas podía procesar. La situación ya estaba pasando de atípica a caótica, razonó el robot, pero por mas que protestara el no podía discutirle al residente del refugio y a la unidad de inteligencia a cargo, simplemente estaban muy por encima de él. Así que en lugar de insistir con el programa de ejercitación se limitó a seguir la corriente, y observar.

Kass tenía desde hace mucho varias ideas que siempre había soñado poner en práctica, y ahora que tenia la autorización podía llevarlas a cabo para pasar el resto del día con los androides gemelos cero-uno y cero-dos, que se quedaron con el porque eran los únicos quienes no tenían prioridades inmediatas, a demás del propio Hontley quien había sido despojado de su prioridad.
Para dar comienzo con la lista de Kass, el y los demás se agenciaron de un transporte cada uno en tanto Gála se aseguraba de ordenar a las unidades de una sección entera de los carriles que despejaran el camino. Una vez que el tramo quedó despejado dieron comienzo una frenética carrera usando esas cajas de carga colgantes como autos de formula uno, que aunque no podían alcanzar velocidades tan altas como los autos de carrera, las curvas abruptas mas los altibajos de los carriles y agregándole a eso el hecho de que estaban suspendidos a casi veinte metros de altura la volvía una carrera vertiginosa. Las primeras dos carreras fueron para cero-dos que había avasallado a la competencia por una distancia considerable, el vencedor de la tercera ronda fue Kass, y por ultimo fue Hontley, que aunque por muy poco, logró vencer en la recta final. El robot tuvo que admitir que lo había disfrutado, y le inquietaba un poco lo mucho que parecía invadirlo el hambre de velocidad.
Para el siguiente juego Kass recurrió a lo que quedó de su incoloro pastel de cumpleaños, seguido de eso Gála reunió a una impresionante cantidad de recolectores, y desde el entrepiso de un almacén de cubos de manutención, que estaban amontonados como montañas de cuadrados de gelatina, Kass y los otros se sentaron a arrojar pedacitos de pastel a al horda de robots mas abajo, que se lanzaban sobre los desperdicios como un cardumen de pirañas, encimándose unos sobre los otros y gritándose entre ellos con sus agudísimos chillidos de maquina de la misma manera que lo harían una manada de bestias salvajes y primitivas. Enloquecer a los recolectores tuvo su precio cuando, accidentalmente, Hontley arrojó un trocito que cayo sobre un cubo de manutención solitario. Con el frenesí en el que se encontraban  los recolectores no contemplaron miramientos al abalanzase sobre el cubo de gel y despedazarlo con sus tenazas hasta hacerlo desaparecer.
Los juegos continuaron todo el día, y al final, cerca de la hora de descanso, pasaron los últimos momentos de la celebración en el puente pistón, admirando las destellantes luces blancas, azules, verdes y rojas surcando la oscuridad, imbuidos por el incesante sonido de los pistones mas abajo, Kass no podía pedir nada mas de ese día tan maravilloso, y aunque ya se estaba acabando, sabia que lo había disfrutado al máximo. Se recostó en se suelo de vidrio del puente, y cerrando los ojos se sumió en la relajación.

Al día siguiente Kass se levantó mas temprano de lo habitual, luego de cambiarse y asearse fue derecho hasta el comedor más cercano para desayunar algo que parecía engrudo con mucho agua. Como era costumbre pasaba las primeras horas en alguna computadora, leyendo textos sobre diferentes temas de interés, marcando lo mas importante y escribiendo en otra ventana sus propios apuntes. Pero hoy en particular estaba demasiado distraído por lo de la habitación D1, así que dejó su lectura pendiente y salió en busca de algún transporte que pudiera llevarlo.
El lugar al que se dirigía estaba en uno de los rincones más apartados del Bastión, solo un par de pasillos conectaban a esa área con el resto de las instalaciones y Kass solamente había caminado por ahí una vez en su vida, cuando decidió explorar esa sección para ver que había ahí. La mayoría de los espacios de esa área eran usadas para guardar a los robots constructores: enormes autómatas de inteligencia básica que en los primeros tiempos sirvieron para mover maquinarias pesadas, tirar algunos muros y construirlos, entre otras cosas. En la actualidad los constructores eran virtuales y la infraestructura estaba actualizada de tal forma que la mayoría las paredes, suelos y techos podían moverse gracias a los complejos mecanismos que había detrás, y que eran operados por estas inteligencias. Estos mismos constructores eran también los que armaban las pistas de prueba que Hontley diseñaba para que, posteriormente, Kass las recorriera.
Finalmente un transporte apareció y Kass lo llamó para que lo recogiera.
Luego de veinte minutos sobre el transporte, llegó por fin a la sección remota. Ni bien la caja de carga alcanzó el suelo el joven se bajó a paso veloz, imbuido por la ansiedad y la intriga. Miró una por una todas las compuertas que se encontraba, recorrió diversos pasillos y buscó en diferentes pisos en busca de la D1. Había algo en ese lugar que se sentía diferente, era como si estuviera olvidado, los carriles superiores estaban vacíos y reinaba un silencio anormal.
Kass se estaba impacientando, cuando al doblar en una esquina lo vio. Estaba al final del pasillo, al fondo, y era la única compuerta de ese tramo. Se dirigió hacia allí caminando cada vez mas rápido, comenzó a trotar, y terminó corriendo a toda prisa hasta legar ante la compuerta donde mostraba la letra D y el numero sobre el marco. La entrada tardó un poco, como si se resistiera, pero terminó por abrirse para dejarlo pasar. Dentro se hallaba una oscuridad tan pura que parecía palpable.
Kass entró con cautela y la puerta se cerró a sus espaldas. Tanteó en la pared para buscar el botón que encendía las luces, pero sus dedos no encontraron más que la fría pared de metal. Ya un poco nervioso se puso a buscar ese botón deslizando ambas manos por la pared, totalmente ciego. Entonces una luz azul pálido apareció a sus espaldas. Al darse la vuelta vio una pantalla de computadora en la pared, que mostraba líneas enteras de ceros y unos que parecían acomodados al azar, pero Kass entendía perfectamente su significado.
- primero código Morse – dijo hablando para el mismo frente a la pantalla, que lo bañaba en su etéreo resplandor – y ahora binario. ¿De que se trata todo esto?
Kass sabía código binario y pudo leer la parrafada de ceros y unos a la perfección. A pesar de que eran montones de dígitos el mensaje era breve, decía: << Nadie puede amar sus cadenas, aunque sean de oro puro. >>.
Debajo del mensaje había dos alternativas de selección, la primera era un rectángulo con la palabra “SI” en el interior, y la segunda era lo mismo pero con la palabra “NO”.
Kass vio que el teclado bidimensional ya estaba desplegado, y lo que entendió era que “eso” quería una respuesta por su parte. Aunque no comprendía el verdadero significado del mensaje la curiosidad de Kass le animó a que optara por el “SI”, el si de “si, quiero saber que pasa después”. Miró a los lados y luego volvió a leer el mensaje, pero eso no le reveló nada, solo le quedaba presionar la tecla “Y” y observar. Y así lo hizo.
Ni bien pulso la tecla en la lámina de vidrio la pantalla se apagó dejando que Kass fuera envuelto por la penumbra.
La respiración del joven se volvió mas agitada, mezcla de la creciente ansiedad y temor a lo desconocido. Todo era frío y oscuro a su alrededor, ni siquiera podía oír el constante murmullo tecnológico detrás de las paredes, era como si todo se hubiera apagado a su alrededor. Se comenzó a sentir cada vez más indefenso, a merced de un ente tan misterioso como discreto.
Pasaron los segundos y nada ocurría, no quería reconocer ante el mismo que estaba entrando en pánico, el silencio era sobrecogedor, tanto que podía escuchar el latido de su propio corazón y su acelerada respiración nasal. Instintivamente retrocedió hasta la puerta del dormitorio, pero esta no se abrió cuando se le acercó, parecía haberse atascado del todo, o bien, algo ahí no quería que el saliera. Kass estaba a punto de pedir auxilio a gritos, cuando sin previo aviso dos encendidas líneas rojas comenzaron a subir por la pared desde el suelo hasta que en un punto doblaron las dos al mismo tiempo y se encontraron una con la otra, formando un perfecto cuadrado de casi dos metros en el espacio donde estaba la computadora. La aterradora luz roja comenzó a ganar grosor y un silbido neumático acompañado de una nube de vapor gris emergió de entre las líneas chispeantes. Si Kass hubiera tenido conocimientos religiosos hubiera creído que la puerta al infierno se estaba abriendo ante el.
Entonces, la sección entera de la pared dentro del cuadrado rojo se levantó soltando un sonoro chirrido metálico, metiéndose hacia arriba por un espacio en el techo. Lo que quedó expuesto fue un bombillo rojo como de las luces de emergencia, colocado sobre una pared forrada de metal de aspecto áspero y moteado de oxido. 
Kass observó que había un espacio de un metro entre el la abertura y la nueva pared, al acercarse vio a ambos lados del espacio. El lado de la izquierda estaba bloqueado de arriba a bajo por un enrejado de barras de metal entrelazadas, pero el de la derecha tenia toda la forma de un pasillo transitable. Si, un pasillo claustrofóbico, oscuro y silencioso. Más adelante se podía ver un tenue fulgor rojizo, que debía ser otra luz de emergencia. Dejando sus dudas a un lado, Kass volvió a envalentonarse con el hambre del descubrimiento. Se metió en el espacio y desapareció en la oscuridad.

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