El residente parte dos
Una voz sintética y femenina comenzó a sonar en todos los rincones con el tono eléctrico y rígido de una maquina, indiferente por lo que acababa de ocurrir.
- tiempo: cinco minutos, treinta y cuatro segundos. Pulso: ciento veinte pulsaciones por minuto. Actividad neuronal: alta sin sobrepasar los límites. Tiempo de reacción: normal con tendencia decreciente – pronunció la voz a – estado de la prueba: fallido en pista cero-siete-cuatro.
Otra voz, esta vez una masculina, habló con mucha más soltura, pero sin dejar de sonar eléctrica y sintética.
- ¡Ah estaba tan cerca! – Se lamentó la nueva voz – le advertí que prestara atención al final, ¡se lo advertí!
- Finalizando protocolo de prueba físico-mental uno-nueve-nueve-seis – anunció la femenina voz indiferente.
Las paredes comenzaron a retroceder hacia sus respectivos lugares, al igual que las prensas aplastadoras del piso y el techo. La ultima prensa donde había quedado el chico se abrió lentamente, y el cuerpo del muchacho apareció tendido boca abajo, pero intacto.
Seguía vivo, y tan ileso como para apoyarse sobre sus brazos y sentarse para bajar de la plataforma de la prensa. Se veía afligido, como un niño que sabia que iba a ser regañado por su madre. La puerta azul que tenía ante el salió disparada hacia arriba.
- Ahora estoy seguro que algo te esta pasando – se apresuró a exclamar la maquina rodante que entraba por la puerta.
Era un robot que a primera vista parecía una de esas sondas exploradoras que envían a Marte, pero mucho más grande y sofisticado. Su “cuerpo” de elaborada estructura cuadriforme revestida de metal plateado y rectangular, medía poco mas de un metro y medio de largo por uno metro de alto y casi un metro de ancho, salvo en la parte posterior donde se elevaba un simétrico relieve del que nacían dos larguísimas y articuladas extremidades como brazos mecánicos que trazaban arcos sobre el robot, y terminaban en esqueléticos dedos de metal, tres al final de cada brazo. En la parte superior se erguía algo como un cuello largo y dividido en dos segmentos por una bisagra redonda, y su cabeza semicircular tenía cuatro lentes como de cámara: dos grandes abajo y otras dos más pequeñas arriba.
Se desplazó sobre sus seis ruedas, tres a cada lado, y se detuvo justo en frente del muchacho, levantando su cabeza hasta la altura de la cara del joven.
- Debe ser esa metamorfosis que sufren los orgánicos en el transcurso del tiempo – supuso el robot. Su clara y enérgica voz sintética reverberaba por las paredes de la sala vacía - nunca voy a entender porque no son completos desde el comienzo – berreó hablando con aire exasperado y mirándolo con los cibernéticos ojos entrecerrados por pequeñas placas que aparecían por detrás de las cuencas de sus lentes, que eran como parpados.
- Estas pistas son cada ves mas difíciles, Hontley – intentó excusarse el joven, mientras se quitaba el sudor de la frente con el antebrazo.
- Pero tú estás cada vez más desarrollado. Ya tienes catorce, casi quince.
- Catorce años, ciento doce días, diez y siete horas y nueve minutos desde el inicio de su existencia según los registros - confirmó la inexpresiva voz femenina salida de la nada.
- Cumplo quince en cinco días – anunció el chico, esperando alguna clase de comentario sobre el inminente suceso. Pero ni el robot Hontley ni la voz dijeron nada al respecto, en lugar de eso guardaron un silencio incomodo.
- Bueno – dijo finalmente Hontley, sin haberse percatado de lo que esperaba el muchacho como respuesta – ya terminamos con las pistas por hoy – puso marcha atrás y dio media vuelta para salir por la compuerta azul, seguido por el joven.
- Voy a preparar la sala de practicas, tomate veinte minutos y si puedes límpiate esos fluidos refrigerantes que exuda tu cuerpo – le pidió el robot mientras se alejaba rodando, y seguía hablando solo con ese exaltación grandilocuente característica en su forma de hablar.
El muchacho se quedó solo en medio de un amplio corredor entrecruzado con otros caminos. Seguía predominando el blanco, pero también otros neutros aparecían, tales como el gris de los paneles de cableado y algunos monitores con pantallas oscuras encajadas en las paredes, y una compleja red de carriles saturando el espacio cerca del altísimo techo, que era mas ancho que la parte inferior del pasillo gracias a los sesgos que se abrían hacia fuera, dándole a esos pasillos la forma similar de una T.
- Gála – dijo de pronto, mirando hacia ninguna parte en particular. Casi al instante la voz femenina respondió.
- ¡Menos mal que el techo era de goma espuma, de lo contrario pudiste haberte lastimado! – exclamó de pronto con un tono de voz mucho mas suelto y avivado. Sin duda era la misma voz femenina de hace un momento, pero ahora se escuchaba diferente, sin la rígida monotonía, sonaba como una chica joven.
- Ah, ¿ahora te importa? –
- Claro que me importa, no te portes así, Kass – contestó Gála, el volumen de su voz también había adquirido altos y bajos, en lugar del plano tono de maquina que mostraba hace solo unos instantes – ya te dije que durante una prueba el protocolo dicta no interferir de ninguna manera, ni física ni psíquica ni emotivamente.
- La prueba había terminado cuando dije… - comenzó a decir Kass, pero Gála se le adelanto.
- Lo de tu cumpleaños, ¿querías que te felicitáramos por adelantado?
- Solo quería que lo recordaran – berreó Kass, ligeramente ruborizado.
- No somos capases de olvidar nada – repuso Gála con paciencia. El chico se quedó sin argumentos, y comenzó a caminar por el corredor como si estuviera ofendido, intentando alejarse de aquella incorpórea presencia que no dejaba de hablarle.
- ¿Otra vez intentas evitarme? – La voz de la I.A prácticamente lo seguía como un fantasma, sonando como si saliera directamente de las paredes – es inútil, estoy por todas partes JA-JA-JA – se le burló con una risa acentuadamente mecánica. Kass no le contestó y siguió caminando, dobló en una esquina y subió por una amplia escalera que abarcaba todo el camino que acababa de tomar – Hontley tiene razón, algo te anda pasando… según mi base de datos cada cierta cantidad de tiempo los orgánicos como tu atraviesan etapas donde cambian física y mentalmente… el único antecedente similar a esto es cuando cumpliste los tres años y dejaste de ser un bulto de carne baboso.
- ¡En esa época tu también estabas igual! – Contraatacó Kass – nada más que tú eres virtual y solo te desarrollas psicológicamente.
- Si – respondió Gála con voz repentinamente serena – y todavía me desarrollo, en parte, gracias a lo que aprendo de ti. Crecemos juntos Kass, somos amigos, confiamos el uno en el otro. Si hay que te inquiete puedes decírmelo.
Kass se detuvo y fijo la mirada en una cámara empotrada en un carril en la pared. Una de las pocas referencias físicas de Gála. La cámara era esférica y de color blanco, tenía una lente redonda y grande en frente que manaba un brillo celeste, y a los lados se levantaban dos estirados triángulos, que debían ser alguna clase de antena.
La amistad de los dos fue desde siempre, ó sea, desde que ubicaron a Kass, que a penas era un bebé, y a Gála, que en aquellos días no era más que una I.A básica sin la capacidad de entablar una conversación racional, en el mismo sitio. El lugar en el que se encontraban era conocido como el bastión, una gigantesca instalación subterránea completamente automatizada y dirigida por un grupo de inteligencias artificiales avanzadas donde la propia Gála empleaba el papel de administradora general (al principio no contaba con desarrollo emocional pero su pre-programación de administradora ya era totalmente operativo). Otras inteligencias, tales como Hontley, se encargaban de labores específicos que mantenían las instalaciones a pleno rendimiento con el propósito primordial de mantener vivo a su único residente.
Kass era el único ser humano en todo el lugar, pero no se sentía para nada solo ni incomodo por estar rodeado únicamente de maquinas, el se había criado ahí, era el único mundo que siempre había conocido, y su familia siempre habían sido los seres sintéticos que poblaban el bastión. Sin embargo siempre sintió curiosidad (como es normal en la naturaleza humana) por saber mas sobre los semejantes que nunca tuvo oportunidad de conocer, sobre todo saber sobre los misteriosos entes que habían levantado el recinto, que eran como seres legendarios, casi dioses para muchos de los robots, que hablaban de ellos con religioso respeto llamándolos “creadores” aunque ninguno sabia prácticamente nada de ellos, ni siquiera las inteligencias mas avanzadas.
Una vez, cuando Kass tenia doce años le preguntó a Gála sobre lo que sabia sobre los seres como el, que en el bastión simplemente los generalizaban como “orgánicos”. La I.A extrañamente no tenia muchos datos al respecto, ya sea porque no los había recopilado o porque los creadores no querían que tuviera registros. Lo que si pudo contarle fue sobre lo ocurrido en la superficie y porque el tenia que quedarse en el bastión y no salir nunca. Gála le narró sin muchos detalles sobre una enfermedad virulenta que contaminó el mismísimo aire. Una pandemia que avanzó rápida e inexorablemente, alcanzando a cada ser orgánico. Matándolo todo.
En un esfuerzo por preservar la vida, los creadores llegaron al bastión, que ya existía pero servia a propósitos de los que Gála no tenía registro alguno, y lo transformaron en un refugio. Lo siguiente que le contó fue que, por alguna razón, la gente no llegó a entrar en el bastión salvo uno, que apareció en el elevador que se conectaba con la superficie y fue puesto a salvo por el personal autómata, esa única persona era un simple bebé, era él. Posteriormente las sondas del bastión exploraron los alrededores de la superficie en busca de los creadores, pero allí ya no quedaba nada más que una cáscara de lo que era el mundo, un lugar áspero, triste y silencioso. La enfermedad había arrasado con todo, lo que volvía a Kass no solo el último humano, sino el último ser orgánico, la última forma de vida autentica en toda la tierra.
Al niño le pareció un relato interesante y revelador, pero extrañamente no se sintió apenado, salvo quizás porque se quedaría con la curiosidad de ver cómo era todo arriba. La revelación de que era el único ser vivo le daba igual, tal vez porque en esa época era solo un niño que no comprendía la magnitud de aquello, o porque la frialdad de las maquinas se impregnaba en su forma de ver las cosas, el caso fue que no volvió a preguntar sobre el mundo exterior y siguió con tu vida subterránea.
Las inteligencias avanzadas habían determinado ni bien llegó Kass aquel día, que el conocimiento sobre la historia en detalle y cualquier cosa relacionada con la superficie y la humanidad seria innecesario para él ahí abajo, por lo que decidieron hacer que se abocara a aprender todo lo estrictamente concerniente al bastión; informática, matemáticas, mecánica, como manejarse por la instalación y como mantenerla.
- ¿Y bien? – apremió Gála esperando a que Kass le contara eso que parecía inquietarlo. Para observar sus expresiones faciales acercó un poco la cámara que en ese momento controlaba, y ajustó los visores de la lente. Kass abrió la boca para decir:
- ¡Si llegas primero la vestíbulo te lo cuento! – gritó el muchacho, y mientras reía salió disparado por el pasillo hasta doblar en una intersección. Las antenas de la cámara se levantaron bien derechas por la sorpresa. Seguido de eso el artefacto se removió de su lugar y se fue tras el joven a gran velocidad, moviéndose por un carril metido en la pared hecho exclusivamente para que esas cámaras se desplazaran.
En realidad ella podía estar en cualquier lugar que quisiera al instante, y hasta estar en varios lugares al mismo tiempo, pero las reglas del juego que establecieron la condicionaban a competir en algún estado físico, como por ejemplo en una de sus cámaras de vigilancia. Aun y así podía desplazar la cámara a una velocidad impresionante.
- ¡Vas a perder! – dijo Kass, atravesando las diferentes secciones de todo el inmenso lugar como un lince, esquivando de vez en cuando a algunos robots no humanoides que transitaban por ahí.
- claro, como la ultima vez que llegaste cuarenta cinco segundos después de mi – le respondió Gála. La cámara no estaba ni cerca de el, pero ella no la necesitaba para hablarle, podía saber donde estaba en todo momento de la carrera, también podía ver el resto del camino y la meta.
- ¡Eso fue porque tropecé con un recolector y tu lo viste! –
- Es igual, fue tu error. Ya te estoy alcanzando lento JA-JA-JA –
Kass no necesitó darse la vuelta para confirmarlo, sabia que Gála no fanfarroneaba en vano ni tampoco sabia mentir. Corrió aun más aprisa. Gála estaba a solo unos metros, la vara de sujeción estaba inclinada hacia delante para acercar la cámara un poco mas a la compuerta abierta que era la entrada al vestíbulo y la meta.
Faltó poco, pero Kass logró hacerse con la victoria justo cuando la cámara de vigilancia estaba casi a su altura.
Kass se detuvo a los trompicones y se quedó recostado contra la pared, jadeando.
- ¿Te gusta correr no? Vamos a ver de que te sirve cuando vayas a la practica… bueno no gané, pero se que me lo vas a contar igual.
- Te lo voy a contar, pero no ahora perdedora.
- Pero…
- Ahora puedes salir, quiero cambiarme – le pidió indicándole la salida con un movimiento de la cabeza y sonriendo por su pequeño triunfo que resultó serle un consuelo a la reciente prueba fallida. Gála obedeció retirando la cámara con las antenas caídas en gesto de resignación, junto con el resto de dispositivos en la habitación para darle la privacidad.
Kass se quitó el apretado traje de una sola pieza, la colgó de una percha y la guardó en uno de los muchos casilleros metálicos del vestíbulo. Si bien cerró el casillero una espacio se abrió por atrás como un pasadizo secreto y la percha junto con el traje se fueron por ahí, directo a la lavadora.
Luego Kass fue hasta el casillero de la pared opuesta y sacó otro conjunto a su medida. Se enfundó en una camiseta y un chándal de poliéster de un pulcro color blanco con franjas, cuello y hombros de color azul, y unas zapatillas con velcro que hacían juego. Los pantalones largos y abultados lo hacían sentir mas ligero, así como el buzo de fibra sintética le parecía más abrigado para el ambiente generalmente frío del lugar.
Una de las oscuras pantallas enmarcadas a la pared del vestidor se iluminó de pronto con un etéreo resplandor verde y una ventana virtual apareció con algunas palabras en el interior. Rápidamente Kass se acercó a la pantalla, y pulsando un botón junto a esta una lámina de vidrio emergió de un pliegue en la pared debajo de la pantalla, al igual que el suelo donde se desplazó un espacio circular y un taburete de hierro se levantó frente a la pantalla y el teclado, todo al mismo tiempo. Kass se sentó y comenzó a toquetear con los dedos la lámina donde se habían dibujado teclas bidimensionales. Aquella ventana era nada menos que una forma de comunicación que utilizaban en el bastión. Lo llamaban el C.E.I (conversación electrónica instantánea) y dicho sistema estaba implementado en todas las computadoras del lugar.
01: ¿sigues en el vestíbulo?
Kass: si, todavía me queda tiempo.
-¿Que nos tiene preparado Hon?
01: sin modificaciones. Practica habitual.
Kass: hace una semana que no salimos de lo habitual.
- y… viene tu hermano de nuevo ¿no?
01: como lo habitual.
Kass: así que otra vez 2 contra 1… últimamente me lo esta poniendo un poco mas complicado, el dice que ya soy mas grande y puedo hacer cosas mas difíciles.
01: el argumento es factible. Superas tus límites.
Kass: pffh, solo porque voy a cumplir 15 no tiene porque subir el nivel así de golpe.
- una prensa de goma espuma me aplastó y lo tomó como si YO estuviera fallido o tuviera algún circuito cortado.
01: quizás los circuitos cortados sean parte del desarrollo.
Kass: como sea, voy para allá en un momento, nos vemos ahí.
Kass se levantó de la butaca y, volviendo a presionar el botón, el teclado digital y el asiento se ocultaron en sus respectivos nichos.
Todavía le quedaba tiempo antes de que se cumplieran los veinte minutos de plazo, y sabiendo lo que le esperaba decidió bañarse más tarde, por lo que fue caminando sin prisas. Volvió por las zonas que había recorrido en su carrera con Gála y vio con más detalle las salas que se había pasado de largo. Había mucho espacio libre, que por lo general se ocupaba para poner cosas como cubos de manutención. Estos consistían en cubos hechos de alguna clase de gel semitransparente de color miel, con un centro sólido y esférico con muchos puertos de conexión. Kass todavía no sabia como esas cosas podían ser uno de los elementos mas necesarios para el funcionamiento eléctrico, pero la cantidad de cubos se contaban por toneladas y estaban desparramados por todas partes. A veces también el espacio era usado por robots de clase básica, que empleaban las salas vacías como talleres improvisados o pequeños almacenes de refacciones que ellos mismos asignaban para tener sus repuestos más cerca en caso de que los necesitaran. Otros salones vacíos y mas apartados de las secciones que Kass transitaba incluso se habían convertido en vertederos de chatarra donde residían pequeñas colonias de recolectores.
Todo esto ocurría por una razón: ya que no había población humana, la población robótica aumentaba progresivamente. Las inteligencias virtuales no eran problema ya que la capacidad de memoria de la instalación para almacenar datos era infinitamente expandible, sin embargo el espacio físico podía ser grande pero no extenderse mas allá de sus limites. Las maquinas del bastión estaban programadas para un protocolo de entorno humano, pero la nueva realidad los obligó a tomar medidas de improvisación. Haciendo uso de “el que no arriesga no gana”, pusieron en práctica un plan para usar los materiales y recursos almacenados con el propósito de multiplicar la producción de todo y, en teoría, aumentar el rendimiento de la instalación hasta niveles perfectos. A la larga funcionó muy bien y las operaciones del bastión incrementaron, pero como consecuencia el material desplegado así como las unidades físicas construidas fueron llenando el espacio libre. Aun y así todo eso no era realmente un problema dado que tenían toda la instalación para ellos. Los espacios se verían menos bonitos, pero eso no era inconveniente para el sentido de practicidad de las maquinas.
Kass salió de un salón de almacenaje improvisado y fue por el camino de la izquierda. La sección de salas que acababa de atravesar no era mas que una minúscula parte de todo el recinto, de cuyas proporciones solo tenia una idea. Se dirigió hasta un elevador en forma de cilindro de vidrio, las puertas se abrieron automáticamente y pulsando unos botones el transporte comenzó a ascender lentamente. Al acercarse al techo (que estaba tan arriba que daba la impresión que habían sido hechos así para que transitaran gigantes) vio los rieles suspendidos, estaban transitados por múltiples formas mecánicas que iban y venían, algunos de formas tan simples como cubos, otros con complejas estructuras curvilíneas y algunos que transportaban objetos de distintos materiales. Eran robots de todos los tamaños y formas posibles, yendo a todas partes, cumpliendo sus funciones, justificando sus existencias. El ascensor entró por una cavidad en el techo y se perdió de vista.
Kass llegó a un nuevo nivel, y bajándose del ascensor caminó el trecho restante hasta una compuerta que exhibía una par de números seguidos de letras que se veían como si hubieran sido puestas de forma azarosa.
Por dentro las paredes de la espaciosa sala eran más o menos verticales, con sesgos que se inclinaban hacia fuera y luego hacia adentro hasta llegar al techo poblado de luces que iluminaban perfectamente cada rincón del espacio. Cerca de las paredes se hallaban diversas maquinas de ejercitación, y en el centro un cuadrilátero constituido por una amplia colchoneta verde oscuro. Aquel lugar era una especie de gimnasio, y lo estaban esperando en el cuadrilátero.
Jejejeje, parecía que Kass estaba acabado, pero no. Aún le esperan más pruebas... ^^ FIGHT!!!
ResponderEliminarDios, sí que ha pasado tiempo. Siento haber tardado tanto, pero tenía pendiente por terminar El Enigma de la Cacatúa, 400 páginas, nada más y nada menos, de Rafael, quien escribió esa novela y espera publicarla algún día.
ResponderEliminarAhora la releo pero con más calma, y ya me puedo centrar en ti y en Igor. No te imaginas la cantidad de cosas que tengo por leer XD.
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Lo que más me gusta de tu historia son esos esbozos del pasado, lo que muestras y narras sobre lo acaecido. Que el protagonista sea el único ser humano, el único ser vivo superviviente, es muy atractivo.
¿Y ese mundo de robots? Lo que no me quedó claro es quién envía sondas a Marte y por qué, o si lo hacían antes del fin del ser humano. Se me hace raro todo, la verdad, pero me gusta, me hace preguntarme cosas, querer leer más.
Mañana seguiré.
Como pegas, las que ya te dije en el anterior post: hay una cierta confusión en la forma de narrar. Además, algunos fallos y errores son algo importantes. Todo esto, si quieres, me das tu email y te mando lo que he visto.
Saludos^^.