Valiente Pastor
Los fríos de esas noches
venían acompañados del viento ululante que prometía la pronta llegada del
invierno, la ventisca era constante y las hojas de los pinos siseaban como si
susurraran secretos entre ellos. Las temperaturas eran bajas, tanto como para
enfermar a cualquier hombre, pero Otto era un pastor alemán, y no le temía a
ningún frio. Su amo, como de costumbre, lo había dejado a cuidado del rebaño de
ovejas, puesto que en esas épocas los lobos merodeaban por los alrededores. La
mayoría de ellas se encontraban en el corral, acurrucadas unas junto a otras
para darse calor. Otto en ese instante, sin embargo, no las vigilaba, pues
había captado el olor de algunas lejos del corral y tenía que ir a buscarlas.
La luna estaba llena esa noche, por lo que
no tuvo problemas para ver en la oscuridad, el pastor alemán corrió entre los
arboles siguiendo el rastro de las rezagadas hasta que salió a un claro donde
las vio.
No estaban solas, algo mas allá, colina
abajo, las observaba acechante. Otto se adelantó a las ovejas, detectando en la
postura de ese intruso una amenaza. Se plantó y extendió las patas, indicando
que él también era una amenaza para el intruso, para remarcar el mensaje lanzó
un ladrido. El intruso estaba agazapado, mirando sin reaccionar ante la llegada
de Otto, la claridad de la noche no dejaba ver todos los detalles, pero su lomo
estaba cubierto por un denso pelaje. Otto ladró un poco más, y sin temor acortó
la distancia entré él y su contrincante.
El intruso alzó las orejas, similares a
las de él, pero más grandes. Uno ojos amarillos y salvajes miraron a Otto como
si acabaran de advertir su presencia, entonces emitió un gruñido profundo,
grave, como si lo emitiera la caverna de una montaña.
Otto se había enfrentado a lobos
solitarios antes, y esta vez lo haría de nuevo.
Entonces el lobo se irguió sobre sus patas
traseras, y la mente simple de Otto intentó asimilar esa imagen contradictora,
que mezclaba de forma imposible lo que él entendía que era un lobo y un hombre.
Ay valiente Otto, su lealtad
superaba sus miedos.
Ay leal Otto, si hubieras
escapado te abríamos perdonado.
Ay pobre Otto, no podías
entender algo que hasta los hombres ignoraban.
Ay noble Otto, descansa en
paz ahora, nosotros cazaremos en tu honor.
Créditos al autor de la imagen al que no conozco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario